La Navidad y el fin de año nos atrae a pensar en el yo. Pero también en él nosotros. Y próximos a una elección, recapacitar en una política al servicio de la persona y el bien común. Ante la repulsión y rechazado como algo sucio y contaminado; oficio preferido, en su mayoría, por los mediocres frenéticos por enriquecerse y movidos por el resentimiento. Aquellos que la degradan y manchan.
Pensar en la política portadora de valores de la ética y democracia. Puesto que su desgaste merma la credibilidad y su erosión es la antesala para que penetre el resentimiento, que pronto deviene en tiranía y corrupción. Ya lo vivimos durante diez años. Pensemos en una política configurada por la ética del servicio, que respete los derechos de las personas y de su dignidad. Consiente de la decisión legitimadora de la mayoría y respetuosa de la minoría.
Una política con partidos y no remedos. Que porten ideas, valores y propuestas. Capaces de recuperar algo de prestigio y respeto. Con respuestas a los nuevos problemas de este tiempo. Que repiense en un Estado eficiente y no la monstruosa maquinaria de lentitud, obstáculos y corrupción. Política que mejore la calidad de vida. Abierta y dedicada al bien común, comprometida con la solidaridad y que reconozca la pluralidad y diversidad. Sin dogmas y eslóganes vacíos de contenido. Que no dependa de un caudillo rencoroso, ávido de venganza y empachado de odio.
Una política al servicio de la democracia y a las reglas de la misma. Adherida al humanismo integral. Asociada a la diversidad, la tolerancia y el respeto. Comprometida en enfrentar el flagelo de la corrupción, el terrorismo, el narcotráfico, el crimen organizado y la toxina del autoritarismo despótico que acorrala y amenaza a todos.
Política que nos aproxime a los valores del humanismo y la ética. No a la que se refiere y cuestiona Bertrand Russell: «La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular». Si no como la posibilidad de escoger entre distintas opciones, la libertad. En términos de Victoria Camps: «Dicho de otra forma, la política consiste en el uso reflexivo de la libertad». Y no olvidemos lo que dice Fernando Savater: «Después de tantos años estudiando la ética he llegado a la conclusión de que toda ella se resume en tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir y prudencia paras sobrevivir».