Allan Coronel Salazar
Humanidad 2.0 (El otro lado)
Tendemos a mirar con desconfianza a la tecnología, Marshall McLuhan, en alguno de sus libros desarrolla la historia del miedo a ella, desde el temor de Sócrates de que la naciente escritura acabaría con el pensamiento (pues los conocimientos y la literatura ya no tendrían que ser memorizados), hasta los posteriores miedos al auto, a la revolución industrial, al cine y a la tv, en sus respectivos momentos.
La literatura y el cine desde la segunda mitad del siglo XX suelen tener miradas casi apocalípticas a la informática, la robótica y la I.A. “Un Mundo Feliz“, “Westworld“, “2001, Odisea en el espacio“ , “1984“, “Blade Runner“ “La Máquina del tiempo“, “Terminator“, “Yo Robot“, “Matrix“, son solo unos ejemplos.
No es tan extraño: desde siempre, todo gran salto tecnológico ha conllevado el fin de una época, la muerte de determinadas formas de entender el mundo y la vida. Hoy no es distinto, incluso que el cambio se anuncia tan profundo que transformará para siempre la comunicación, las ciencias, las artes, las políticas nacionales y globales y echará por tierra profesiones y empleos.
Por ello, ahora leemos denuncias de chatboats que preconizarían la masacre humana para preservar el planeta, u otros que insultan y humillan a sus usuarios, varios que se quedan sin respuesta y no pocos que comenten inaceptables errores gramaticales, ortográficos y hasta de información y conceptos. Esto puede responder a: evidentes fake news, carga de datos del usuario que inevitablemente llevan a la I.A. a sacar tal conclusión, costo de suscripción del chatbot (los hay desde menos de 100 dólares anuales a otros de varios miles… y no se pueden esperar iguales resultados).
Buena parte de la intelectualidad ha declarado la guerra a la I.A. No es malo que así sea: es siempre bueno estar alertas. Por mi parte sólo tengo una prevención: que estén siendo programadas con “virtudes“ humanas como la ira, la intolerancia, la envidia, la sevicia, el lucro y el hambre de poder. Ahora que lo pienso: el ser humano es tan tontamente impredecible que podría estar haciéndolo.