Hoy,4 de abril, se conmemora el primer aniversario de lo que debería ser un día especialmente triste para los ecuatorianos. Hace exactamente un año, en un sólo día, murieron 1.132 personas, cuando lo usual es que las defunciones estén alrededor de 216 al día. En otras palabras, murieron cinco veces más ecuatorianos de lo normal.
El 4 de abril de 2020 fue un día de pesadilla que, con seguridad, debe haber dejado heridas y cicatrices en la memoria colectiva de los habitantes de este país. Habrá que trabajar en curar esas heridas y en aprender a sobrellevar las cicatrices.
En el Ecuador, al no haber cuatro estaciones, el número de defunciones es bastante estable durante todo el año y en los tres meses anteriores a la pandemia se ubicó, como ya se señaló, en unas 216 diarias.
Pero la pandemia llegó y, a pesar de la estricta cuarentena que arrancó el 13 de marzo, para fines de ese mes las defunciones estaban subiendo de una manera aterradora. Para el 25 de marzo, ya eran el doble de lo normal, el 1 de abril superaron el millar y hace un año llegaron a su triste récord.
En las semanas siguientes las defunciones cayeron casi tan rápido como habían crecido, pero nunca regresaron a sus viejos niveles. En los días más aciagos, entre el 20 de marzo y el 31 de mayo, hubo 21.700 “defunciones en exceso” en todo el país. En otras palabras, en dos meses y una semana murieron 21.700 personas más de lo que usualmente morirían en ese periodo.
En estos días, muchas familias de nuestro país estarán recordando el primer año de la defunción de un familiar. Valga este modesto artículo para transmitirles un poco de solidaridad a todos ellos.
El número de fallecimientos fue especialmente alto en la ciudad de Guayaquil donde, ese fatídico 4 de abril, las defunciones llegaron a ser 14 veces más de lo normal. En esa primera ola, también fueron duramente golpeadas, en orden de afectación, las provincias de Santa Elena, El Oro y Manabí.
Las experiencias dolorosas siempre dejan huellas en quienes las sufren y cuando una sociedad entera pasa por algo tan traumático como el infierno que vivimos entre marzo y mayo del año pasado, mucho tiene que haber quedado en el “imaginario colectivo” de los ecuatorianos y por lo tanto es necesario que entendamos qué pasó en esos días.
Es importante descifrar por qué murieron tantos compatriotas y por qué justamente en esas provincias. Hay que entender qué hicimos mal, qué podríamos hacer mejor y cuánto de la tragedia se debe a factores fuera de nuestro control (o sea, a la mala suerte). Y todo lo que se descubra debe difundirse ampliamente porque sólo transparentando todo lo que se sepa de ese episodio podremos aprender a sobrellevar las cicatrices.