Ya son 4 millones los venezolanos que han abandonado el “paraíso” del señor Maduro y de su socio Diosdado Cabello. De ellos, 300 000 se afincan en nuestro país, pero por cuanto Perú decide no recibir más migrantes, los venezolanos que están llegando por Tulcán tendrían como única opción quedarse con nosotros. Nuestro país es el cuarto en cantidad de migrantes venezolanos, detrás de Colombia, Perú y Chile. Con el ingreso frustrado a Perú ¿cuántos se quedarán aquí?
Hablando en términos humanitarios, debemos condolernos de su dura situación y ayudarlos. Pero no olvidemos que no hay trabajo ni para los nuestros: 5 millones de empleos hay que crear. Primero son los de la casa y, luego, serán los inmigrantes. Sin embargo, bondadosos e ingenuos como somos, en la Constitución que nos rige abrimos las fronteras no solo a los “hermanos” de los países cercanos, sino a los de todos los continentes.
Para los dictadores de la “hermana” Venezuela resulta gran negocio que más habitantes se vayan del país, pues ya no hay suficientes alimentos; las medicinas son escasas y empiezan a fallar hasta la electricidad y la gasolina. Dicen que todo se debe al “imperialismo”. Cuanto mejor que se alejen para continuar “gobernando” amparados por su Ejército de 200 000 hombres; 30 000 policías; la Guardia Nacional Bolivariana con 70 000 efectivos y 500 000 de las “Milicias Bolivarianas”, encargados principales de la represión. (Cifras publicadas y no impugnadas). Además cuenta con el auxilio de Rusia y de China.
Cuba es importante por su asistencia al Gobierno de Venezuela, pero no es un dechado de “hermandad”. Acostumbra autorizar a sus mejores profesionales para que laboren en otro país, a condición de que del salario que reciban en el ajeno, solo una parte sirva para ellos y otra –la mayor- enviar a La Habana. La familia queda en el país cual una especie de garantía de cumplimiento. La cosecha del Gobierno cubano tan solo de la colaboración obligada de los médicos que fueron a servir fuera del país, equivale a USD 11 000 millones cada año. Son las Brigadas Médicas, la que labora en el Brasil ya no puede continuar y sus médicos deberían volver al país natal.
Tres de los 34 000 profesionales de la salud cubanos ocupados en 66 países, calificaron su envío al extranjero como un sistema de esclavitud moderna. “Lo triste es que seguimos siendo esclavos. Creemos que estamos libres, pero mientras tenemos familia en Cuba seguimos trabajando para ese sistema”, expresó el endocrinólogo Orazal, de 40 años, que fue a trabajar en Botswana.
Nuestros países receptores seguramente estarán considerados por Maduro y su séquito como uno de los hermanos ingenuos, por no decir bobalicones. Y por los hechos, parece que nuestros gobernantes así nos consideran.