De todos los seres vivos, el hombre es el único que fabrica armas para acrecentar su fuerza ofensiva.
Las primeras armas que inventó fueron las contundentes, las punzantes y las cortantes: la maza, el martillo, la pica, el hacha, el bifaz, la frámea, la alabarda, la espada, el sable, la partesana, la cimitarra. Después vinieron las armas a distancia: lanzas, flechas, hondas, catapultas, venablos, dardos, bodoqueras, cerbatanas, bumeranes y ballestas.
Desde mediados del siglo XIV, a partir del invento de la pólvora por los chinos, comenzó a usar las armas de fuego. Ese fue un invento que revolucionó el arte de la guerra al compás de la evolución de los pedreñales, pedreros, falconetes, pistolas, trabucos, escopetas, arcabuces, carabinas, rifles, metralletas, ametralladoras, culebrinas, espingardas, cañones y obuses.
En 1945 se inició la era atómica y empezó el desarrollo de las armas nucleares surgidas de la fisión del átomo.
Actualmente, como fruto de la más sofisticada tecnología, se construyen las “armas cibernéticas”, que pueden producir el colapso de un país por el desquiciamiento de su infraestructura informática, cuyos estragos serían devastadores no solamente para la defensa militar, que quedaría entrampada, sino para la vida social que entraría en un caos completo por la falta de electricidad, agua potable, telecomunicaciones, transportes, medios de comunicación, fábricas, hospitales y demás servicios sociales. La perturbación del sistema informático causaría el más absoluto trastorno.
En respuesta a esta amenaza potencial la Casa Blanca creó, en 1996, un organismo secreto integrado por científicos, intelectuales y estrategos militares para idear medios de prevención y respuesta rápida ante un apremio de este tipo, a fin de que un “Pearl Harbor cibernético” no les tomara desprevenidos.
Todo lo cual hace pensar que la guerra del futuro no será una operación de tropas aerotransportadas ni desembarcos de infantes de marina sino acciones ofensivas de naturaleza electrónica destinadas a paralizar al enemigo, causar el caos en su organización social y enervar totalmente su posibilidad de defensa.
El bombardeo de virus informáticos trastornaría por completo sus puntos vitales: redes informáticas, sistemas de información, comunicaciones, servicios logísticos, infraestructura defensiva, operación del tránsito terrestre y aéreo.
Es la guerra cibernética, que puede producir el colapso de un país por el desquiciamiento de su infraestructura informática.
En el siglo XXI las armas letales son: rayos láser, sensores infrarrojos, microondas de alta potencia, infrasonidos, rayos gamma, virus informáticos y otras,algunas de las cuales se probaron en la llamada “guerra del golfo” de 1991 contra los escuadrones blindados iraquíes.