Las tres elecciones del fin de semana dejaron una agradable sorpresa en Grecia, un resultado esperable en Francia y una situación cada vez más inquietante en Egipto.
Alexis Tsipras, líder del partido izquierdista griego Syriza, predijo que “las elecciones del 17 de junio serán un enfrentamiento entre el pasado y las fuerzas de la esperanza que proponen construir algo nuevo”. No estaba muy desacertado su pronóstico, y por eso perdió: porque los griegos, convencidos de que les iba mejor en el pasado que hoy, y sospechosos del futuro que prometía Tsipras, escogieron al partido conservador Nueva Democracia (ND), de Andonis Samarás, que ofrecía permanecer en la tibia seguridad del útero europeo. Así, entre las dos fuerzas equilibradas en las elecciones de mayo, los electores escogieron a ND, que, con 29,7%, superó a Syriza por casi tres puntos. En términos de curules, la diferencia es mucho mayor: ND obtendrá 129 escaños, gracias a los 50 de bono que se lleva el vencedor. Syriza deberá contentarse con 71. La alianza que apoya el rescate griego como lo plantea la Unión Europea (UE) suma 179 de las 300 curules, mientras que los grupos que exigen nuevas condiciones se quedan en 100. Otras 38 curules van para los partidos de extrema derecha e izquierda.
Las elecciones de mayo fracasaron porque ninguna coalición tuvo fuerzas suficientes para asumir el gobierno. Esta vez, ND contará con el apoyo de las 33 curules del desprestigiado partido Pasok, en cuyas manos prácticamente se deshizo el país, y 17 más de un grupo de izquierda democrática. Ellos le bastarán a Samarás para gobernar. Eso sí, los resultados son un respiro para Europa. La canciller alemana, Ángela Merkel, lo celebró anunciando que podrían ampliarse los plazos en el proceso de rescate. Tampoco cabe pensar que las elecciones sean una panacea continental. La prueba es que, pese a la buena noticia griega, la confianza financiera en España continuó en barrena .
Mientras tanto, los franceses ratificaron en segunda vuelta su apoyo al Partido Socialista. El presidente François Hollande contará con mayoría parlamentaria, como se preveía, y su único revés importante es la derrota de la antigua candidata presidencial Ségolène Royal (excónyuge de Hollande), que perdió ante un disidente apoyado por la actual Protoprimera Dama.
Los egipcios también resolvían una segunda vuelta, todo sugiere que vencerá el partido religioso Hermanos Musulmanes, liderado por Mohamed Morsi. El mayor derrotado no es su contrincante Ahmed Shafiq, candidato del viejo régimen, sino la primavera egipcia. Tras la caída del dictador Hosni Mubarak, se creyó que el país marchaba hacia un modelo democrático. En este espíritu surgieron las primeras elecciones libres. La junta militar desvaneció la ilusión al dar paso a candidatos vinculados a la dictadura.