En las elecciones presidenciales que se celebran hoy en Colombia algo sí parece estar claro: que habrá segunda vuelta. Los sondeos electorales hablan de un “empate técnico” entre el presidente en funciones, Juan Manuel Santos, y Óscar Iván Zuluaga, candidato por el Centro Democrático.
Las posibilidades de que Santos sea reelecto se reducirían de forma importante, si es que efectivamente se produce esa segunda ronda electoral que predicen los encuestadores.
Santos llegó al poder de la mano de su antecesor, Álvaro Uribe, pero esa amistad política fue resquebrajándose hasta terminar en nada, básicamente por la política mucho más laxa y propensa al diálogo que el actual Mandatario colombiano ha practicado con la guerrilla de su país.
En Colombia existe, como es lógico, un ardoroso deseo por alcanzar la paz y por dejar definitivamente atrás cinco décadas de violencia y muerte. Pero en aquel país también existe la convicción de que un proceso de paz duradero debe ir acompañado de justicia para las víctimas.
Con razón o sin ella, al candidato Santos se le ha acusado de querer llegar a un acuerdo con la guerrilla casi a como dé lugar, haciendo concesiones tan grandes a los guerrilleros, que muchos analistas comenzaron a hablar de un proceso en el que se estaría fomentando la impunidad.
El candidato Zuluaga ha sabido capitalizar ese descontento a su favor utilizando sus importantes habilidades retóricas y el respaldo de grandes estrategas políticos.
Para enfrentar una segunda vuelta es lógico que ambos finalistas vayan a querer construir alianzas con los candidatos que se quedaron en el camino. El mejor posicionado para concretar esas alianzas es Zuluaga, quien, al igual que los demás candidatos, construyó su candidatura con posiciones contrarias a la de Santos.
Zuluaga podría aprovechar esta coyuntura para matizar mejor su programa de paz y, de esta forma, no dejar escapar la oportunidad que ha construido el presidente Santos, cuando sentó alrededor de una mesa a los más conspicuos cabecillas del movimiento guerrillero de su país.
Para la región en general y para Ecuador en particular es de gran importancia que Colombia encuentre por fin esa paz tan anhelada que, a pesar de tantos esfuerzos, ha probado ser tan esquiva y escurridiza.
Todo acuerdo será válido y legítimo mientras sea conducido dentro del marco de la democracia y de la ley. Las elecciones que se celebran este día en Colombia no solo son una muestra de que el pueblo colombiano maneja las riendas de su destino.
Ese profundo sentimiento democrático también les permitirá llegar a un consenso firme para terminar definitivamente un período de violencia que ha cobrado la vida de demasiados inocentes.