Aunque el Consejo Nacional Electoral (CNE) todavía no ha proclamado oficialmente los resultados de la consulta popular, está claro que la mayoría de la población se inclinó por decirle NO al gobierno del presidente Guillermo Lasso.
Era previsible. Como en otras ocasiones, gran parte de los votantes no se pronunciaron sobre el contenido de cada una de las 8 preguntas. Fue una oportunidad para manifestar su inconformidad y descontento frente a un gobierno que está por cumplir los 2 años en funciones y prácticamente no muestra resultados. La economía y los niveles de empleabilidad no han mejorado. Prácticamente los principales indicadores sociales como pobreza, pobreza extrema, inseguridad, acceso a servicios de salud, educación… muestran un franco deterioro.
Sin embargo, tanto el presidente de la República como sus más cercanos colaboradores están convencidos de que todo está bien y que el problema es más de comunicación.
Diego Ordoñez, ministro de Seguridad Pública, ha dicho en una reciente entrevista radial que está conforme con los resultados de la consulta popular. Que, aunque no ganaron en el referéndum, los resultados dicen que hay cerca de un 48% de la población que votó SI y que está de acuerdo con la gestión del presidente Lasso. Nada más erróneo y equivocado.
Lo que muestran estas afirmaciones, a más de la gran desconexión con el pensar de la mayoría de la población, es que no solo parece que están ciegos sino sordos. La decisión de Lasso frente al fracaso obtenido en la consulta fue separar al ministro Jiménez pero dejó intacto al resto del gabinete ministerial.
No se dan cuenta de que la gente se cansó de Lasso y su gobierno. Básicamente porque no ha dado muestras claras de liderazgo, decisión y agallas para poder resolver los grandes problemas que tiene el país. Si lo votan no pasaría gran cosa.
A diferencia de los sistemas parlamentarios en los que hay la posibilidad de remover a la cabeza del ejecutivo cuando no funciona, nosotros estamos atados hasta que cumpla con su mandato.