Los romanos decían que el pueblo necesita “pan y circo”. Tenemos un gobierno que está haciendo bastante para que vuelva a haber pan en las mesas de los ecuatorianos, pero que se olvidó de la segunda parte de esa antigua dupla de la sabiduría popular.
Claro que cuando uno habla de circo siempre puede haber la tentación de creer que se necesitan payasos lanzándose pasteles o bufones bailando en las tarimas, pero si entendemos el término con algo de flexibilidad, podríamos verlo como simplemente lograr “sacar una sonrisa” del público.
Porque las sonrisas son el síntoma de que hay esperanza, de que hay positivismo, de que existen cosas buenas y de que hay una posibilidad de que mejoren. Y en eso, en transmitir un poco de optimismo, el gobierno está bastante menos hábil que en el manejo de la economía.
En diciembre, las reservas internacionales netas del Ecuador cerraron en USD 154 millones, o sea, en un valor positivo. En otras palabras, el Banco Central podría pagar todas sus obligaciones con los depositantes del sistema financiero (vía el encaje bancario) y le sobrarían esos 154 millones.
Lo extraordinario de ese dato es que rompe con una tendencia, que arrancó en el 2015, de que haya un déficit de reservas. Algún rato llegaron a faltar casi USD 3 000 millones. Por lo tanto, esto es una extraordinaria noticia, un gran dato que, ahora más que nunca, aleja cualquier escenario de crisis. En otras palabras, se está poniendo los cimientos para que haya más pan (la estabilidad atrae inversiones).
Pero no hay circo. Nadie comunica bien esta noticia importante. A nadie en el Ecuador le han sacado una sonrisa porque se alejan las nubes de una tormenta que no hubiéramos podido soportar.
Nadie necesita subirse a una tarima y bailar con chicas escasamente vestidas (ni tampoco queremos que lo hagan). Pero sí se podría explicar estas cositas que generan esperanza. Y hasta sonrisas.