Los hechos que reflejan el mal manejo económico hacen prever un panorama extremadamente complejo a partir del 2017, incluso sin contar qué pasará hasta que termine el actual gobierno, con la apremiante situación interna. Faltan largos meses en los que pueden pasar muchas cosas. Persiste la iliquidez y no se cumplen las metas presupuestadas. Cada vez más deuda externa, que antes criticaron tanto, y venta de petróleo comprometida hasta el 2024.
Críticos y opositores pero también uno que otro alto funcionario, aunque no puedan admitir en público, están conscientes de la gravedad de la crisis y de lo que habrá que hacer el año próximo. Empero, sigue el discurso demagógico, con la presentación de la realidad a medias; solo las cosas positivas sin reconocer la situación completa y la falta de recursos para honrar compromisos incumplidos. Deudas que ofrecieron pagar hasta comienzos de año y siguen pendientes.
Basta comparar la realidad, no inventos de nadie. Por un lado, una obra imponente como representa la plataforma financiera en el norte de Quito, en contraste con la falta de recursos para atender necesidades sociales, incluido el asilo de ancianos. Parte de esta enorme obra pública para que laboren burócratas, que explicaría en época de bonanza pero no cuando no existe para pagar a centenares de proveedores del Estado, demora en sueldos, pago de liquidaciones y otras deudas.
Se mantiene la secretaría del buen vivir mientras el desempleo golpea a miles de trabajadores, que no tienen dónde ubicarse. No hay recursos en empresas e instituciones públicas para liquidar a quienes incluso sufren enfermedades catastróficas. Mediante el acuerdo 100 del Ministerio del Trabajo, de abril último, se dispuso –por falta de recursos- que quienes presenten las solicitudes entre mayo y diciembre próximo serán consideradas en la planificación del siguiente año.
En medio de las enormes necesidades de la caja fiscal se ha seguido endeudando con préstamos de la China, que les ha dado liquidez momentánea, a tasas de interés más altas, pero que son de libre disponibilidad para lo que quiera el gobierno. Eso es como entregar un crédito a un padre no responsable que en lugar de destinar para comprar su vivienda y llenar necesidades básicas dedica a otros gastos suntuarios pero tendrán que pagar hijos y nietos, sin saber en qué condiciones.
Los actores políticos y los que aspiran a llegar a la Presidencia, cualquiera que sea incluido del movimiento oficial, deben estar conscientes de la gravedad de la crisis para no vender ilusiones sino hablar la verdad, por dolorosa que sea, y todo lo que habrá que hacer para rehacer la economía y la institucionalidad. No se podrá salir sin acuerdos y ojalá sin que se golpee a los que menos tienen, hoy también asfixiados por el aumento de impuestos y el costo de la vida.