La ola de incendios de las últimas semanas en la Sierra ecuatoriana, especialmente en el Distrito Metropolitano de Quito, ha dejado en evidencia las debilidades y falencias que tenemos como país en términos de gestión de riesgos.
En el área del Distrito Metropolitano se han registrado hasta fines de la semana pasada cerca de 2258 incendios forestales en 2238 hectáreas. Las zonas más afectadas han sido Puembo, Zámbiza, Lumbisí, Casitagua y Atacazo.
A los daños provocados al medioambiente se suman los daños materiales, el impacto a la salud de las personas y, en menor medida, la pérdida de vidas humanas. Esto ha hecho que las autoridades reunidas en el Gabinete Ampliado de Seguridad de Quito hayan declarado alerta naranja.
La Alerta Naranja ha posibilitado la intervención de otras instituciones del Estado para atender con prontitud los actuales incendios y emprender acciones que frenen su avance. Al esfuerzo siempre importante de los bomberos se han unido el Municipio de Quito, varios ministerios, Policía, FF.AA., entre otras.
Uno de los aspectos que llama la atención frente a la dimensión que han tomado los incendios forestales en Quito y sus alrededores es la ausencia casi absoluta de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos. La verdad es que daría lo mismo si esta instancia del Ejecutivo no existiese. En términos de emprender acciones en el ámbito de prevención, auxilio y recuperación (o estabilización) es nula. No solo me refiero a lo que pasa ahora en Quito sino a otros desastres que hemos tenido antes en el país. Comprendo que esto suceda cuando vemos que su titular pasa prácticamente en Guayaquil y además, no tiene la menor idea de lo que significa trabajar en gestión de riesgos.
No obstante, uno debería esperar que al menos la máxima autoridad del Distrito Metropolitano de Quito esté presta para intervenir cuando se presentan desastres de carácter antrópico como los incendios. No obstante, Plan General contra Riesgos Naturales –el cual no debería llamarse así porque un incendio no es causado por la naturaleza sino causado por el hombre y su denominación es antrópico- se ha quedado corto. Aunque este Plan contempla medidas en caso de incendios, sismos, erupciones e inundaciones, las acciones concretas que hemos visto para paliar incendios han sido juntar a Bomberos, militares, Policía y voluntarios a controlar las llamas a punta de agua, machetes y ramas. En eso ha quedado el Plan General contra Riesgos Naturales. Algo que ha ayudado en estos días, al menos para no quedar tan mal por la ineficacia y falta de previsión institucional, ha sido la intervención de helicópteros. Ojalá que lo ocurrido en el Distrito sirva de algo.