Hace pocos días se presentó en la Flacso (Quito) el informe final de la Comisión de la Verdad de Colombia. El evento contó con la presencia del comisionado Carlos Beristain, quien coordinó el volumen: “La Colombia fuera de Colombia. Las verdades del exilio”.
Los exiliados colombianos son una población invisible tanto por su subregistro como porque no se reconoce su salida como producto de violaciones a los derechos humanos. Además del término de “exiliado” también se emplea: demandante de asilo o refugio, víctima en el exterior, personas con necesidad de protección internacional y desplazados transfronterizos.
Para la elaboración del informe se escuchó las voces de más de 2 000 colombianos en 24 países (incluido Ecuador). Según el informe, “ninguna de las personas entrevistadas por la Comisión en otros países huyó porque quiso” (p. 12), lo que indica un proceso del exilio doloroso, producto de un desarraigo forzado.
Entre las recomendaciones del informe, se enfatiza que Colombia debe reconocer el exilio como una violación a los derechos humanos. Se requiere un registro histórico de las víctimas en el exterior, exiliados y refugiados. Por otro lado, es necesario el reconocimiento de la persistencia del conflicto armado como causa de exilio y refugio, lo que implica reconocer que el conflicto persiste, a pesar de la firma de la paz; además, se amonesta a que los países de acogida no rechacen las demandas de protección a los refugiados.
Si bien Ecuador ha brindado el estatus de refugiado a más de 50.0000 colombianos, la categoría de “refugiado” suele ser estigmatizante “al asociar a los colombianos exiliados con «guerrilleros», «delincuentes», «narcotraficantes» y «terroristas»” (p. 400). El informe de la Comisión de la Verdad nos invita a entender los entramados de la violencia que llevaron a miles de colombianos a dejar forzadamente su patria. Solo con esta comprensión seremos capaces de una acogida sincera y solidaria.