La militarización de fronteras por parte del Perú para prevenir el paso de migrantes venezolanos a su territorio pone en la palestra la crisis humanitaria venezolana. Las agencias de prensa, Amnistía Internacional y otras organizaciones, alertan sobre la insólita medida, que enfrenta tanques con civiles desarmados, desesperados por el hambre, y así, el mundo se informa sobre la crisis venezolana (algunos no se habían enterado), y conoce que su magnitud es comparable a las peores situaciones humanitarias.
El 24 de enero el diario Correo reportaba el despliegue de 400 militares peruanos en Aguas Verdes para reforzar el control de las fronteras, cerradas por la pandemia de covid 19. El 26 de enero eran ya 54 tanques y 1200 militares, según tuiteó diario Expreso del Perú. El propósito: repeler el cruce de frontera.
Acnur, agencia de refugiados, describe la vivencia del éxodo venezolano citando a Gerardo: “Nos tomó más de siete días llegar al Perú. Al último ya no teníamos nada de comer. Tratamos de guardar todo para nuestro hijo, pero él también estuvo más de 24 horas sin un bocado. Tiene solo 3 años”.
Latinoamérica se preciaba hasta hace pocos años de la apertura de su política migratoria interna. La visa Mercosur, que permite residir y trabajar en un país miembro o asociado durante 2 años, con pocos requisitos, es ¿era? un ejemplo de esa apertura. La Declaración y el Plan de Acción de Brasil (2014) muestran la voluntad regional de acoger refugiados; la Declaración de Cartagena fue un hito global.
“Tenemos la obligación normativa de proteger a migrantes humanitarios”, señala Feline Freier de la Universidad del Pacífico, y esto no solo por las leyes internacionales sino por la ley peruana. Perú tiene una visa humanitaria en vigencia para la entrada de ciudadanos venezolanos que “de humanitaria no tiene nada”, dice. Para obtenerla es necesaria una cita en consulados peruanos en Venezuela. En diciembre 2020, la página a cargo de las citas entregaba turnos para 2023, según reporta Freier. En 2021 la página está fuera de servicio.
Freier pide dejar de usar a los venezolanos como chivo expiatorio desde un populismo irresponsable. Ella se ha encargado de desmontar, uno por uno, con evidencia y cifras, los mitos con los cuales se intenta justificar esta militarización, mitos que alimentan la xenofobia. Esta palabra, hasta hace poco se aprendía al estudiar la II guerra mundial y el nazismo, pero hoy corroe las mentes de miles en nuestra región.
No reconozco en esta medida al Perú que se adhirió a los principios de la Convención Internacional para la protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes y sus familias, la Convención de Ginebra sobre los refugiados, la Declaración de Cartagena y decenas de instrumentos de derechos humanos. Confío que Latinoamérica retome su rumbo y ningún país se haga eco de este tipo de acciones.