Ya está, no le demos más vueltas, Donald Trump, caudillo populista de ultra derecha ha sido elegido presidente del país más poderoso de la tierra. No ha tenido el mayor respaldo de votantes pero gracias al poco democrático sistema electoral norteamericano, será, a partir del próximo enero, presidente de EE.UU.
No solo tuvo el apoyo de los blancos del campo y de pequeñas ciudades, sino de algunas minorías y, de forma reveladora, del KKK y del partido nazi. Por más vergonzoso que sea es lo que hay y con ello tenemos que manejarnos en el futuro. Dejemos de lado lamentos y explicaciones y actuemos.
Trump ha anunciado que priorizará lo suyo, lo de su poderoso país, que protegerá y aislará su economía y que, en el fondo, buscará terminar la globalización que, según él, no favorece a EEUU.
Paralelamente, en Ecuador estamos inmersos en elecciones que terminarán con el gobierno de diez años de Correa. En esta coyuntura, en la cual coincidirá el inicio de dos eventos trascendentales: para el planeta el uno, y para nuestro país el otro, es imperativo que todos los candidatos en lisa: liberales, nacionalistas, conservadores, progresistas o populistas, cualquiera sea su etiqueta, hagan saber cómo van a manejar su política exterior en este nuevo escenario. Es indispensable saber cómo se vinculará AP desde su retórica anti imperialista si Trump se aísla y poco le importará lo que suceda en un país intrascendente para el suyo. Cómo planteará la relación la ID y sus aliados bajo la misma consideración. Y CREO, junto con el PSC, supuestamente en la línea derechista de los republicanos, cómo reformularán su relación con el liberalismo egoísta e ignorante que pregona Trump.
Ante esta patada del tablero internacional se imponen definiciones de los candidatos para hacer frente a la espeluznante realidad que se avecina. Hay que puntualizar la manera de cómo vamos a actuar como país, ideologías aparte, ante el impredecible escenario que se avecina.
Frente a esta nueva realidad global los partidos políticos en el Ecuador no tienen mayor margen de maniobra. Nada sería más conveniente que las diferentes tendencias, en lo relacionado con EE.UU., y con el sector externo en general, definan una política exterior de Estado en materia de comercio, finanzas, migración, DD.HH., democracia, entre otros temas, teniendo presente nuestra vulnerabilidad y dependencia por tener una economía dolarizada.
Los líderes políticos ecuatorianos deben demostrar sensatez, prudencia y pragmatismo y, ojalá, deponer banderías ideológicas en función del país. Es hora de la unidad y de nuevas ideas, no de la sumisión. El mundo no comienza ni termina con los EEUU, el mundo va más allá, vamos hacia él.