El mundo moderno se mueve y se mide por lo material y vale lo que tiene. El resto, incluidos los valores morales, casi no tiene importancia. En el caso ecuatoriano la inversión social se justifica, pero existen datos que reflejan la realidad inocultable de los altos niveles de consumo ( que se evidencian en el aumento de las recaudaciones del IVA), el poco aprecio que se tiene por el ahorro y para las previsiones de mediano y largo plazos. Se gasta y se endeuda hoy sin importar lo que pase mañana ni reparar en cualquier emergencia.
Con ocasión del debate en torno al proyecto del nuevo Código Laboral -que evidentemente necesita ser actualizado- se ha mencionado la posibilidad de inyectar liquidez o por lo menos mantener los actuales niveles del gasto, aunque la economía esté en una etapa de desaceleración, como sostuviera hace poco el reconocido economista Walter Spurrier, en declaraciones a EL COMERCIO. Con una previsión de crecimiento de la economía del 4 por ciento y el aumento del gasto, pero los ingresos no crecen de igual manera y eso obliga a generar nuevas fuentes, entre ellas el endeudamiento. Por ello se torna necesario inyectar recursos al mercado para que siga en la población la fiesta del gasto, sin preocuparse de lo que le pueda pasar si escasean los ingresos.
Se habla de la posibilidad de entregar mensualmente los décimos tercero y cuarto sueldos, con lo cual se mantendría el flujo de caja y la disponibilidad de recursos, aunque no sea el reflejo del mejoramiento del sector productivo, que es lo que debiera impulsarse. Basta ver las experiencias de lo que ha ocurrido los últimos tiempos. Los fondos de reserva servían y continúa para una minoría como fuente de ahorro y reserva, que gana intereses en el IESS. La experiencia refleja lo que podría ocurrir con los décimos, dada la idiosincrasia de la gente.
Según datos del Instituto, la mayoría (alrededor del 62%) no ahorra y recibe mensualmente los fondos de reserva. Aproximadamente el 38% deja en el IESS y de ellos gran parte gana sueldos sobre los 2 000 dólares. Esto demuestra lo que sucede en la práctica con estos recursos. Van al bolsillo y este consumismo, como bien dijera el reconocido cientista social, Francisco Rohon, está destruyendo todo, incluidas la democracia y las libertades, y no existe futuro. Cuestiona al sistema por no enseñar eficiencia y eficacia en la sociedad contemporánea.
Esta situación refleja una falsa realidad que de producirse una emergencia pondría en aprietos a los ecuatorianos. Se vive del “boom” tecnológico (una herramienta fundamental), pero se exagera con teléfonos, tabletas, plasmas y otros aparatos modernos. Sin embargo, no se ha preocupado de mejorar los niveles y la calidad de la educación y la formación humana, que serán los únicos que sacarán al país adelante.