Se puede decir en términos generales que el líder comunista cubano Fidel Castro, fallecido ayer a los 90 años, tuvo adversarios pero también buena acogida en el Ecuador. Como una de las pruebas de ello, dos presidentes considerados pro derechistas, Velasco Ibarra y León Febres Cordero, tuvieron reuniones muy especiales con él. Febres Cordero viajó a La Habana, en 1985, para visitarlo en un ambiente muy cordial y la amistad entre los dos se mantuvo pese a la lejanía.
Con el cinco veces presidente José María Velasco Ibarra, quien muchas veces fustigó a los comunistoides, Fidel se entrevistó en Guayaquil, por pedido expreso del “Profeta”. Otro presidente ecuatoriano, Rodrigo Borja, fue tan buen amigo de Fidel Castro que éste lo visitó un día en su casa, en Quito, y le obsequió muy sabrosos helados cubanos. Borja, fundador de la Izquierda Democrática, contó un día que, cuando Castro luchaba en Sierra Maestra, él se unió a un grupo quiteño, que en las afueras de la ciudad entrenaba con el deseo de conformar un comando guerrillero y viajar a Cuba para apoyar a Fidel.
Algo falló pero Rodrigo estaba listo para dar su aporte en la difícil tarea de derrocar al dictador Batista. El presidente Correa tiene una buena relación con Cuba y ha saludado sin duda con Fidel.
Manuel Araujo Hidalgo fue un personaje que tuvo tres ídolos: Velasco Ibarra, León Febres Cordero y… Fidel Castro. Fue Araujo Hidalgo quien organizó, como embajador en Cuba, el viaje del presidente Febres Cordero a La Habana.
Y algo personal sobre ese histórico viaje. El autor de esta nota fue designado por El COMERCIO para cubrir esa noticia y fue una oportunidad para conocer a Fidel Castro pero después de una aventura.
Resulta que el avión presidencial aterrizó en Los Ángeles antes de viajar a Cuba. Lo hizo por orden del presidente ecuatoriano.
En el hotel ocupamos una habitación el periodista Fernando Larenas, del diario Hoy, y mi persona. El avión debía partir a las 12 de la noche con rumbo a Cuba. Cuando Fernando y yo despertamos el avión ya se había marchado. Tuvimos un gran susto y viajamos en la madrugada al aeropuerto de Los Ángeles. No había cupos para el vuelo a México pero gracias a una joven y guapa oficinista y a una tarjeta Diners pudimos volar en busca de la comitiva presidencial.
De México a La Habana volamos en Cubana de Aviación y llegamos a tiempo para asistir a un banquete. Fernando se quedó en el hotel maltrecho porque tuvo que dormir en el aeropuerto mexicano y yo fui al gran salón del agasajo.
El presidente Febres Cordero informó a su colega de mi llegada y Fidel se lanzó para saludarme con un manotazo en el hombro, exclamando “pero, chico, ¿por qué no me avisaste. Yo te mandaba un avión…aunque sea el avión del presidente Febres Cordero”. Gran risa y aplausos. Luego siguió hablando toda la noche, sin soltar la palabra y dirigiéndose un par de veces a mí como “el perdido”.
Jorge Ribadeneira A.