Las FF.AA. han sido creadas para el servicio y defensa de los ecuatorianos, sin exclusiones o privilegios. Las armas que les ha confiado la patria han de utilizarlas exclusivamente para esos fines. De esta convicción derivan principios, valores, deberes y procedimientos que han de guiarlas. Por mandato de la Constitución y la ley dependen del Presidente, cuyas órdenes y las de sus delegados civiles y jefes militares deben cumplir, siempre en el marco de la más estricta legalidad, ya que están sujetas a sanciones por infracciones que cometan.
En virtud de sus deberes, los militares en servicio activo están impedidos moral y legalmente de intervenir en actividades políticas de cualquier tendencia ideológica. La coerción de las armas encomendadas, jamás han de emplearla a favor o en contra de determinada facción política, mayoritaria o no, gubernamental o de oposición. Quienes los arrastren a tomar partido en la contienda política o lo permitan, pueden terminar de reos de la de la guerra fratricida.
En los Estados comunistas, nazis y fascistas y en otros que han instituido imitaciones de esos regímenes totalitarios, las FF.AA. dejaron de cumplir la noble misión de fieles defensoras de la vida y del patrimonio espiritual y material de la población, para convertirse en instrumento ciego de vil opresión.
Lamentablemente en América del Sur, las Fuerzas Armadas de Venezuela, tan unidas a las nuestras por su gloriosa historia, sufren un proceso de desnaturalización de su misión y esencia democráticas, están siendo politizadas por un gobierno, cuyo ministro de Defensa dijo que las FF.AA.están “casadas” con la revolución del socialismo del siglo XXI que acaudilla Chávez, sumisión que hace que militares uniformados griten en actos solemnes: “Patria, socialismo o muerte”, cosa que sería igualmente detestable si invocaran al liberalismo, al conservadorismo o a cualquier otra divisa o ideología. Sobre esta base de grave deterioro de institucional, Chávez se atrevió a decir que si él no triunfa en las elecciones, puede desencadenarse la guerra civil. La postración en que han caído las Fuerzas Armadas venezolanas por la politización, no se soluciona con grandes compras de armas. Tendrán que realizar un titánico esfuerzo cuando Chávez se haya ido dejando tras de él un negro cortejo de confusión, favoritismo, persecución y odio, difícil de erradicar. Con tan próximo y pernicioso mal ejemplo, en tiempos de persistente desorientación y de halagos a las ambiciones, se hace supremamente importante que los comandantes militares de todas las jerarquías, cuiden que no se desvirtúen los principios y valores de las FF.AA.ecuatorianas, tarea gloriosa en la que deben empeñarse con toda entereza.