¿Qué nos pasa? ¿Por qué el silencio de muchos y la indignación de pocos? ¿Qué manto ha caído sobre nuestro pueblo para que traguemos nuestros gritos de desencanto y dejemos pasar atrocidades? Festejar un día negro para el país con la movilización en buses de personas de todos los rincones de la patria. Música a todo volumen, desperdicio del dinero de todos para pagar a los fiesteros cuando hay tantas necesidades inminentes en los campos de la salud y la educación o en último caso, reconociendo la obra, unos cuántos kilómetros más de vías. El tráfico de la capital paralizado y el Alcalde sobrevolando en helicóptero, feliz con el relajo organizado. Discursos van, discursos vienen, la plana mayor engalanada sobre la tarima. ¿Festejando?
¿Festejando qué? ¿El desatino de ser agresivo y descontrolado? De levantar a una masa institucional enardecida y no por la desinformación de la prensa, supuestamente corrupta, sino por los propios cambios repentinos, de esos que más bien provienen de las entrañas antes que de la ordenada cadena de aprobación de una asamblea que obedezca la voluntad del pueblo y no de un hombre.
¿Festejando? El desconcierto de un pueblo, la intranquilidad, la violencia. O será el festejo por los caídos, de hermanos que murieron en defensa de sus derechos e incluso protegiendo a los importantes personajes que se sentían detenidos. Festejando el derramamiento de sangre innecesaria y el desorden, el día en el que la democracia casi sucumbe ante la desmedida ambición de reinar por siempre sin nadie que reclame por sus derechos.
Creo en la democracia, aquella en la que la diferencia de pensamientos, creencias y filosofías es válida y apreciada. Aquella en la que los líderes, si existen, respetan la diversidad ideológica y la toman como un válido termómetro de lo que sucede más allá del círculo íntimo de sus halagadores, digo, colaboradores. Creo en la democracia que respeta a todos los seres humanos, se vistan estos del color que se vistan. Creo en la democracia que castiga al que tiene culpa, verdadera, no imaginada o instigada en el caos organizado. Creo en la democracia que invita a la oposición a actuar, no la que calla y cobra por expresarse. Creo en el espacio indispensable que permite la democracia para la aparición de nuevos líderes y opciones que permitan seguir adelante y no estacionarse en un proceso que poco tiene de revolucionario y mucho de lo mismo de siempre en color distinto.
Festejaré el día que la democracia sobreviva y podamos vivirla en libertad, expresándonos con sinceridad y claridad sin temor alguno. Cuando exista la posibilidad de hacer oposición y se levanten los líderes del mañana.