Durante el fragor del debate por los aranceles a los productos importados, el señor Alexis Mera sugirió que no se compren zapatos importados, que se prefieran los nacionales.
Etimológicamente proveniente del turco ‘zabata’, zapato es un vocablo muy amplio, que no se limita solamente al calzado para vestir o caminar. También hay deportivos, para jugar fútbol, tenis, basquetbol o atletismo en general. En un tuit que tuvo más réplicas que un terremoto, advertía que en una maratón no se podía correr con zapatos nacionales (omito las marcas). Entre las reacciones había una que me sugería que en lugar de los zapatos deportivos mejor compre una casa. Hubo otro que decía “deja de correr durante 15 meses”, que es el tiempo máximo de duración de las medidas de salvaguardia anunciadas por el Gobierno.
En este espacio argumentaré con más detalles lo que significa practicar deportes con buenos zapatos; y los buenos son importados, tienen una tecnología muy desarrollada, con décadas de investigaciones dedicadas a la protección de la salud física de los atletas y de los aficionados a las carreras de mediana y larga duraciones.
La carrerea Quito-Últimas Noticias 15K, en la única que participo como aficionado desde hace tres décadas, se inscriben todos los años 15 000 aficionados y atletas, pero corren más de 20 000. No es la única prueba. Es tanto el interés por este tipo de competencias que todos los meses o casi todas las semanas hay otras similares y con diferentes auspicios. También tenemos triatlón, huairasinchi; aquí no existen clases sociales, los que corren son en su mayoría aficionados que cuidan su salud, pero necesitan zapatos adecuados.
El precio actual fluctúa entre 150 y 200 dólares, depende del uso que se le va a dar, del terreno plano o escarpado, montaña o asfalto. La tecnología de este implemento es cara, pero el atleta se esfuerza, ahorra y se compra lo mejor, lo que le garantice menor impacto al pisar o saltar, que sea liviano, anatómico. Pero al igual que los calzados comunes, los deportivos se gastan y hay que renovarlos cada año. No por lujo, simplemente por preservar la salud.
Un atleta o aficionado no puede esperar 15 meses, que duran las salvaguardias, para comprarse zapatos. La industria nacional no los fabrica, ni siquiera los alemanes o los estadounidenses. Si se fijan en la etiqueta son confeccionados en China, Vietnam o en Corea, pero con la exigente tecnología de origen.
Sin los aranceles son considerados caros (en Estados Unidos cuestan la mitad) y los pobres no pueden ir a ese país a comprarlos; tampoco van a esperar 15 meses y tendrán que pagar más. Sugiero cordialmente al Presidente de la República que piense en la salud de miles de atletas aficionados a esta sana costumbre de correr y que exonere de impuestos a los zapatos deportivos.