La libertad de expresión no es solo para periodismo, televisión y radio: es para todos los ciudadanos.
En las paredes aparecen leyendas como estas: “Fuera Clinton”, en rechazo a la visita de la alta funcionaria de EE.UU. En otras, leyendas, grafitis, dibujos de rechazo o condena contra algo o contra instituciones. Estas son muestras de expresión de ciudadanos que se oponen o rechazan hechos o actitudes.
La libertad de expresión tiene límites. Si se utiliza la protesta callejera, el límite es no agredir a personas, ni causar daños a la propiedad. Si el comunicador social excede en sus límites, el lindero es el Código Penal que contiene una serie de hechos catalogados como injurias por las cuales el comunicador puede parar incluso en la cárcel hasta por tres años, como una jueza de Guayaquil decidió respecto del editorialista Emilio Palacio.
Hay otros medios de expresión, como los signos. No olvidemos que a una persona, en Quito, por haber hecho un signo obsceno con los dedos, cuando pasaba la comitiva presidencial, fue a dar con sus huesos en el ex Penal García Moreno; y otro, que expresó algo indebido contra el Jefe de Estado, en El Oro, fue perseguido y terminó en la cárcel. Esas medidas rebasan límites.
Estas reflexiones vienen al caso por la insatisfacción de algunos lectores sobre determinados artículos editoriales. El autor de esta nota hizo público su criterio de que, para ciertos delitos atroces, deberían crear ya en el Ecuador la prisión perpetua, pero en ningún caso la pena de muerte. Este criterio ocasionó rechazo de un distinguido abogado de Quito, aduciendo que este tipo de pena no sería la solución ni una panacea, menos colaboraría para solucionar los conflictos sociales. En tono un tanto violento, otro lector envió una carta electrónica en la que dice:”No seamos hipócritas ni temerosos, tomemos la decisión histórica y saludable de adoptar la pena de muerte en nuestro país. Veremos los buenos re-sultados en el corto plazo”.
Estas discrepancias, por provenir del uso de la libertad de expresión, no solo son aceptables sino bienvenidas y motivo de respeto. Porque esta es la libertad de expresión, por la que se está luchan-do en estos días contra las pre-tensiones de emitir una ley mordaza por una Comisión de la Asamblea, en la que hay una sola periodista profesional y un presentador de TV. Se los observa apasionados, exponiendo malabares en la interpretación de la ley, en plan de sancionadores y no de legisladores.
Al parecer, han cubierto sus ojos para no ver lo que dicen la Cons-titución y la legislación mundial; y sus oídos, con algodón, para no escuchar las invocaciones que, incluso personajes extranjeros han hecho con la esperanza de que el Ecuador y su Gobierno puedan decir: La libertad de expresión ya es de todos. (No solo de Alianza País).