Una madrugada hace una semana , emprendedores -amigos cercanos de nuestra comunidad- recibieron una llamada: tres ladrones rompieron el vidrio de su local y se llevaron miles de dólares en equipamiento. Y, con eso, las esperanzas de mejorar la salud de miles de personas y las proyecciones de crecer y crear empleos. La primera reacción, el sentimiento de injusticia, se hizo sentir. Pero, este evento desató al menos tres consideraciones, que me permito compartir:
1) Al compartir las noticias en el grupo de chat, la conversación se tornó rápidamente de frustración hacia solidaridad. Para los emprendedores que nos toca construir en las condiciones de este país, una comunidad que nos acoja cuando las circunstancias se tornan difíciles es todo. Rodearse de gente que te apoya no debe ser un privilegio, es una necesidad.
2) Los grupos de chat y redes sociales develaron decenas de otros casos de emprendedores que han sido víctimas de robo. Ni un solo caso vio justicia jamás. Los emprendedores no lo denuncian públicamente por miedo de ahuyentar clientes, mientras que la indolencia de las autoridades para investigar los desespera. En los últimos 8 años, todo tipo de autoridad pública nos ha preguntado qué necesitamos los emprendedores para salir adelante. Mi respuesta sigue siendo la misma: “para empezar, condiciones mínimas de seguridad cuando apostamos todo por el país”. Desde autoridades diseñando espacios urbanos que construyan confianza, pasando por monitoreos policiales en áreas comerciales, hasta disminución de impunidad. Todos pueden hacer su parte para apoyar a que el emprendimiento surja en condiciones favorables.
3) La seguridad no se trata solo del momento que el ladrón roba, o el momento que la Policía no investiga. La seguridad se construye día a día reflexionando y actuando para reducir las desigualdades, para crear redes de protección social, para dar menos espacio a las sombras, y abrir mejores caminos a los jóvenes en el país.