Jorge Familiar
El asentamiento informal de la comunidad indígena Yukpa, en la ciudad colombiana fronteriza de Cúcuta, es quizás el reflejo más grande de cómo la migración desde Venezuela afecta a las poblaciones más vulnerables. Sus miembros no sólo se enfrentan al reto que conlleva abandonar el hogar, sino a problemas adicionales, como la desnutrición o un reciente brote de sarampión.
Conocer a estos migrantes es descubrir el rostro más duro de una crisis humanitaria que ya ha llevado a unos 2,3 millones de personas a abandonar Venezuela, según cifras del pasado e agosto de la Organización Internacional para las Migraciones. Casi un millón viven en Colombia, seguido de Perú con cerca de medio millón y Ecuador con aproximadamente un cuarto de millón.
Estas cifras, de por sí elevadas, revelan una realidad innegable: el éxodo venezolano no tiene precedentes -ni en magnitud ni en velocidad- en la historia reciente de América Latina. Es por ello que no podemos escatimar esfuerzos a la hora de apoyar a la región, ya que los grandes flujos migratorios tienen consecuencias sociales y económicas no sólo para los propios migrantes -sin duda los más afectados- sino también para los países de acogida. En concreto, la migración pone presiones significativas en la prestación de servicios, las instituciones, los mercados laborales y las dinámicas sociales de las áreas receptoras.
Los flujos migratorios también causan otros desafíos, como la necesidad de vivienda e infraestructura urbana, lo cual constituye una prioridad para los miles de venezolanos que ahora viven en las calles. Además, minan los esfuerzos de reducción de la pobreza, debido al impacto del desempleo, el subempleo y los salarios más bajos que perciben los migrantes. Todo ello afecta indudablemente las finanzas de los países y compromete su crecimiento.
Es por esta razón que en el Banco Mundial nos sumamos a los esfuerzos iniciados por otras organizaciones para apoyar a América Latina a enfrentar los retos de la migración desde Venezuela.
Como anunció recientemente el presidente de Colombia, Iván Duque, el Banco Mundial ya está contribuyendo a este trabajo con la finalización de un informe que analiza el impacto de la migración en este país y las posibles respuestas de políticas públicas, y que presentaremos en las próximas semanas. Además, estamos brindando asistencia técnica a Colombia y Perú y explorando contribuciones adicionales a otros países receptores de América Latina.
Estos esfuerzos, sin embargo, no serán suficientes para lidiar con la magnitud de la crisis. Es por ello que se requiere de la colaboración y el trabajo conjunto de toda la comunidad internacional.
¿El objetivo? Que podamos ayudar de la mejor forma posible tanto a aquellos que se ven obligados a abandonar su hogar como a los países y las comunidades que, de forma solidaria, les han abierto los brazos.
*Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe