A mi modo de ver, cada día que pasa se acerca la explotación del crudo del ITT.
Como el Gobierno no ha podido vender la idea de recibir una compensación por dejar el crudo bajo tierra, los petroleros están listos para arrancar con la extracción.
Nos garantizan que “la explotación se hará con las más avanzadas tecnologías para no afectar en nada el medioambiente”. Pero eso, en la práctica, es una gigantesca mentira.
Ya vimos lo que pasó con la British Petroleum en el golfo de Méjico y ya vemos lo que pasa todos los días en el Oriente ecuatoriano. Para muestra un botón: según testimonio del presidente de la comunidad Waorani de Dicaro, el 27 de marzo del 2011 se produjo un derrame de aguas de formación provenientes de los campos Ginta, Iro y Daimi, por rotura de un oleoducto enterrado en el km 100 de la vía Repsol, dentro del campo Amo, en el bloque 16 donde opera la empresa Repsol YPF. El derrame ocurrió a las 02:00, a 2 km de la entrada a la comunidad de Dicaro. Los funcionarios de la empresa llegaron recién a las 07:00 y terminaron de soldar el tubo en la noche. El derrame desembocó en una quebrada que da al río Yasuní en el físico límite del Parque Nacional. En esa quebrada la comunidad tomaba agua y extraía su pesca. Cuando los pobladores de Dicaro reclamaron por los daños que provocó el derrame, los funcionarios de la empresa Repsol les dijeron que el petróleo es del Estado, que ahora ya no es privado, que Repsol solo es contratista, que vayan a reclamar al Gobierno y que si protestan van a llamar a los militares.
Sobre esto, ¿han dicho las autoridades algo?
¿Ha actuado el Ministerio de Medio Ambiente?
¿Ha opinado el Ministerio de Hidrocarburos?
¿Ha movido un dedo el Fiscal?
Me parece que ni “la prensa corrupta” ha podido informar porque se ha tapado hábilmente cualquier noticia evitando que se filtre hacia el público.
De esto podemos sacar algunas conclusiones: que toda explotación de hidrocarburos termina haciendo graves daños al ambiente; que los petroleros cuando contaminan, mientras puedan, se hacen los locos; que las autoridades, cuando de petróleo se trata ni controlan, ni castigan y mientras puedan, se hacen los locos; que el fiscal, mientras le deje el Gobierno, se hace el loco; que los jueces, mientras no les boten, se hacen los locos. Y en este mundo lleno de locos y de corruptos, no importa qué pase con nuestra valiosísima naturaleza, ni con las comunidades asentadas por milenios en esos lugares, ni con los cristalinos y puros cursos de agua.
Total, todo esto sucede bien lejos de donde viven los que mandan. Lo grave es que la ejecución del plan B del ITT se va a hacer con estos petroleros, estas autoridades, estos fiscales y estos jueces. Por eso no hay que permitir que haya un plan B.