En medio del formidable estruendo con que empezó la guerra descrita como “la primera que se había transmitido en vivo y directo”, la guerra de Iraq, la verdad es que se perdió la noción del singularísimo escenario dentro del cual se desenvolvía el conflicto.
Los aviones supersónicos, los explosivos de poder desconocido hasta entonces, los tanques que avanzaban de manera implacable sobre el desierto de Mesopotamia ocultaban la originalidad del ámbito registrado a principios del año 2003.
De hecho se trató del paraje comprendido entre los ríos Tigris y Éufrates donde había comenzado la Historia entera de toda la humanidad. Toda la anterior peripecia de innumerables grupos humanos se había desvanecido por las brumas de la Prehistoria, ya que nada más sobre ese recodo de Tigris y Éufrates había surgido y se había desarrollado la escritura fonética, la que utiliza signos gráficos para representar y guardar el eco de los sonidos de la voz humana. Concretamente se llamaba la escritura “cuneiforme” por el aspecto de sus “letras”, que se hundían con estiletes en unas tablillas sujetas al sol y a la acción del fuego –que en eso consiste la cerámica-, para poder conservarse, descifrarse y leerse luego con el testimonio de las obras, las emociones, las penas, los éxitos y los fracasos de los sumerios, los primeros que se escaparon pues de la Prehistoria y se adelantaron por los vericuetos de la Historia.
Allí se han encontrado unas tres mil tablillas aceptablemente conservadas.
¡Pero no fue eso todo!: el mismo pueblo precursor también inició el cultivo de los cereales y las obras de riego artificial para distribuir la insuficiente cantidad de agua y, desde entonces además mercaderes y comerciantes, inventaron un cuadro esencial de unidades de pesas y medidas algunas de las cuales ¡admírense ustedes! como la libra, la vara y la yarda se utilizan hasta ahora.
Justo cuando había ocurrido el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York y la superpotencia, Estados Unidos, enfrentaba la peor crisis de inseguridad al sentirse vulnerable frente a los ataques del terrorismo internacional, surgieron las sospechas de que el dictador de Iraq, Saddam Hussein disponía de armas biológicas de destrucción masiva y que apoyaba a los fundamentalistas árabes.
La negativa de Saddam para permitir la inspección de la ONU a sus instalaciones militares, no hizo otra cosa que empeorar las sospechas.
El presidente Bush, de ingrata memoria, reunió una fuerza internacional y se lanzó al ataque con el apoyo de pequeños contingentes de otras naciones.
Hace dos semanas el nuevo presidente, Barack Obama ha cumplido una promesa de campaña electoral y ha evacuado las tropas. ¿Habrá ya estallado la paz, según el título de la conocida novela de José María Gironella?