A pocos meses de que se inicie formalmente la campaña electoral de 2021, vemos como en las redes sociales principalmente, se han iniciado las campañas electorales de candidatos y pre candidatos para la presidencia de la República. En esta ocasión, el marketing político se centrará en obtener el respaldo de los votantes que todavía no han decidido a quien entregar su voto y para ello, los estrategas de cada candidatura, empiezan a afilar sus discursos con el objetivo de receptar a la mayor cantidad de electores.
Sin embargo, el peligro en el manejo de la comunicación abierta, democrática y sobretodo sin ningún tipo de control hace que los votantes puedan ser inducidos para que voten por tesis o programas de gobiernos que no son necesariamente los más indicados o adecuados para la nación. Ello implica que dentro de su estrategia busquen congregar a las masas y la mejor manera para que ello ocurra es creando un enemigo común; llámese este neo liberalismo, capitalismo, servilismo frente a los organismos internacionales, entre otros.
El problema ocurre cuando el error colectivo, inducido por el falso marketing, por la falta de conocimiento del votante o simplemente por la mentira estructurada por las ofertas de campaña determina el destino del país para los próximos años.
En ocasiones anteriores ya hemos visto como los discursos de campaña se convierten en ofertas muy difíciles (imposibles) de cumplir pero que, con la venia de una sociedad ávida de nuevas propuestas y soluciones aparentemente fáciles, resultan atractivas para favorecer el voto de un candidato.
La falta de escrutinio público hace que estas propuestas sean aceptadas como válidas frente a realidades totalmente opuestas, ya sea a la verdadera capacidad del Estado como en la conveniencia para implementarlas.
Basta ver como los errores colectivos, facultados por un sistema democrático válido e indispensable pero poco responsable en cuanto a la calidad de las candidaturas que se presentan ha generado que la contienda electoral sea mediocre y totalmente irresponsable en cuanto a las ofertas electorales.
Es por ello que, a los pocos meses o años de establecido un gobierno, el descontento y la credibilidad de la autoridad elegida caiga a niveles de impopularidad y pase de tener un apoyo mayoritario a un descontento social general.
En pocas palabras, el simple hecho de ofrecer irrealidades en campaña política y acomodar mensajes falsos para agrupar y conseguir mayorías genera el error colectivo y la equivocación de las masas. Se necesita educar al votante, se necesita pedagogía social si queremos fortalecer el sistema y que podamos elegir al candidato más capacitado. Se necesitan candidatos y campañas que basen sus propuestas en la posibilidad del cumplimiento.