Todos están equivocados: la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Reporteros sin Fronteras, UNP, SIP, Human Rights Watch, Freedom House, el Departamento de Estado y otras instancias que observan lo que pasa en Ecuador.
El argumento de que ellos mienten o inventan, que responden a intereses oscuros y no disponen de talla moral se hace cada vez más chico y caricaturesco.
La criminalización de la protesta social, el maltrato a la disidencia, el irrespeto a la libertad de prensa y la falta de equilibrios entre los poderes del Estado son realidades.
Si alguien en el oficialismo se arropase de humildad y leyera a detalle lo que sostienen diversas organizaciones no gubernamentales, gremiales y estatales, locales e internacionales, reconocerá que tienen mucho de razón. Hay hechos, testimonios y datos duros que lo sustentan. Cuesta creer que entre funcionarios inteligentes y con hojas de vida valiosas se prefiera mirar hacia otro lado y repetir que todos están equivocados.
Vea el documental ‘A cielo abierto’, obra valiosa del director Pocho Álvarez. En esa pieza, en voz de sus protagonistas, se da cuenta de graves violaciones de derechos humanos contra comunidades que viven en zonas mineras.
Observe el video que destaca en su portal la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos. Encontrará testimonios que arrugan el corazón y confirman que el desplazamiento de personas es real, al igual que la criminalización de la protesta social. Lea lo que dice Amnistía Internacional. Siga de cerca el caso de los huaoranis y de los pueblos no contactados. Descubra la responsabilidad del Estado.
Si usted es un fan del correísmo, no se enoje. Es mejor abrir los ojos. Permanecer enceguecido es una salida falsa. Aunque la prensa critique y denuncie, no se vale que el Gobierno responda con cizaña y enjuicie a periodistas y a medios. Si están mintiendo, demuéstrenlo con más y mejor información, no con argumentos sesgados, campañas de desprestigio, corte de publicidad y cadenas infamantes.
Cierto que los medios incomodan, pero ese es su papel, no tienen que ser aplaudidores. Algunos en el Gobierno trabajaron en medios privados y lo saben. ¿Qué pasó, porqué callan? Como bien dice el politólogo mexicano, Jesús Silva Herzog, “quienes están acostumbrados al aplauso, quienes creen que la sociedad debe mostrarles agradecimiento, quienes imaginan la política como un desfile triunfal, creen que la desconfianza que se expresa públicamente es ya un insulto, una ingratitud, una patanería. Tan bonitas que suenan las porras y tú haciendo preguntas. ¡Cuánta insolencia!”.
Pasan los años del correísmo y se engrosan expedientes sobre afectaciones a derechos humanos. Ganar elecciones no borra esa realidad. Ayudaría que al arrancar el nuevo período presidencial, el 24 de mayo, se enmiende el camino. De lo contrario, vienen tiempos más difíciles.