Por efecto de las violencias de hace pocos días, en la Fiscalía reposan al menos cinco denuncias contra Jaime Vargas, Presidente de la Conaie y otros dirigentes.
La mención de un nuevo Ejército, hecha al calor de la politiquería barata, es del todo peligrosa y sin futuro. En primer lugar, el territorio patrio es tan pequeño que un Ejército adicional podría ser detectado fácilmente en el lugar donde acampa. En el caso del señor Vargas tendría que actuar en o desde la selva amazónica, de la manera como iniciaron las FARC, de Colombia y como persiste -ya sin proyección práctica alguna- los del Ejército de Liberación Nacional, del mismo país.
Es ya lejana la actuación de la guerrilla que actuó principalmente en Esmeraldas en los años 1913 hasta el año 1916, bajo el comando de Carlos Concha Torres y Carlos Andrade, que tuvo solamente éxito parcial porque la fuerza armada del Estado acabó con sus actividades.
Más recientemente, en nuestro Ecuador actuaron agrupaciones de estilo militar con fines políticos: la principal fue Alfaro Vive Carajo. Para mantener en acción una guerrilla, son necesarias grandes cantidades de dinero. La provisión de armas no es gratuita: deben comprarlas. Los guerrilleros por lo general tienen hogar que lo dejan abandonado de su auxilio económico. La provisión de alimentos, cuesta bastante. La movilización de los componentes, también. En suma: dinero y más dinero para mantener en operación a un grupo, que no siquiera puede llamarse Ejército. Por ello, deben aprovisionarse de medios económicos mediante recaudación forzosa, consumando el secuestro extorsivo y exigiendo miles o millones para devolver al secuestrado con vida. No siendo posible conseguir la entrega del dinero, pues la familia tampoco lo tiene, se torna urgente utilizar otros medios adicionales que corresponden a la delincuencia común.
En ese cercano pasado se produjo el asalto al Banco de la Producción, del cual obtuvieron tres millones de sucres. También fue víctima el Banco del Pacífico, etc, etc.
La detección del lugar donde se encuentra aquella tropa ilegal, con las armas modernas no constituye ningún problema. Recordemos la destrucción de la base de Angostura, que la habían instalado las FARC en nuestro territorio, Provincia de Sucumbíos. Todos sus componentes murieron. Intervino un avión colombiano que, entre sus modernos instrumentos, seguramente contó con aquellos que localizan a las personas inclusive por el calor que produce el cuerpo humano. Tal acción de tipo militar se realizó durante la noche.
Nuestro querido Ecuador no podría soportar nuevamente intentos similares a los que ya fracasaron. En el último episodio vandálico de octubre, mantuvieron “retenidos” a 255 militares y a 425 policías que resultaron heridos, dos de ellos, con pérdida de su ojo.