Por qué no reiterar con todas las letras una noticia muy importante para la democracia del Ecuador, y que adquiere mayor relevancia en los tiempos que corren. El próximo febrero será testigo de las elecciones presidenciales, que tendrán como protagonista destacado, aunque ausente, a Rafael Correa, que concluirá sus dos mandatos consecutivos. Se avecinan tiempos agitados en cuanto a lo electoral, se vienen campañas cortas e intensas, aunque no por ello menos importantes para el futuro del país.
¿Cuál es la novedad?: el padrón electoral de ciudadanos en condiciones de emitir su voto se incrementó en casi un 40% durante la década en que gobernó la Revolución Ciudadana.
A medida que aumenta el padrón electoral, aumenta la participación (al menos en términos de ciudadanos que acudirán a votar en las distintas instancias). Y a más participación, sin dudas, más legitimidad y más representatividad.
Los jóvenes son un sector fundamental de la sociedad, el futuro de nuestro país, y el hecho de que puedan votar a partir de los 16 años es un incentivo a su participación pública institucional, por demás necesaria en la construcción de mejores políticas. Su voz necesita ser escuchada y sus perspectivas de futuro tenidas en cuenta. Es interesante entonces que su voto se vea reflejado en la elección de las próximas autoridades.
Asimismo, se puede mencionar otro factor que influyó para que el padrón creciera a un total de 12’ 800 000 en condiciones de sufragar: la puesta en marcha del programa Voto en casa para personas con discapacidad, que permitió dar un paso más en el camino de la inclusión.
No debemos perder de vista que el ejercicio pleno de la ciudadanía tiene en su máxima expresión, aunque no la única, el acto de poder elegir a los gobernantes. En este sentido, la importante ampliación de derechos de todos estos años también contempló el desarrollo de herramientas tendientes a promover un mayor vínculo entre las propuestas de Gobierno y la percepción de la población en relación a ellas.
Hay que decir igualmente que una sociedad que pretenda encarar un proceso de inclusión, tiene que poder pensarse no solo en términos formales sino también sustantivos. Si bien mucho se ha avanzado en esta dirección, la actualidad exige que la dirigencia política redoble sus esfuerzos con el objetivo de consolidar esos logros mediante el acompañamiento del pueblo en las urnas.
En este sentido, el Gobierno encabezado por Correa ha impulsado un proyecto político con una profunda visión económica y política inclusiva que fortaleció la democracia, más allá de las especulaciones electorales de la hora. Los números son más que elocuentes, en diez años se sumaron más de 3’ 600 000 ciudadanos a la posibilidad de elegir su futuro.
Ellos serán la principal garantía de no retroceder a un pasado que hoy algunos candidatos pareen añorar.