La educación del niño que nace hoy, empezó con sus padres hace 21 años… El actual sistema educativo presenta muchas deficiencias; para empezar corresponde a un sistema de otra era, la industrial, en la cual se preparaba a la gente para trabajar en las fábricas; en muchos casos no alentando la creatividad ni la solidaridad, sino el sálvese quien pueda, contribuyendo al bullying, pero no solamente entre estudiantes, sino incluso desde el mismo sistema; dándose tal presión, que para algunos jóvenes el colegio es un martirio, y para los padres un “hospedaje social” en donde alojamos a los hijos y delegamos responsabilidades propias, mientras salimos ciegamente a ganar dinero, olvidando lo más importante, el afecto, atención y compañía a los hijos, lo cual no se puede comprar ni recuperar en el tiempo. Preguntándonos luego ¿por qué existió pre pandemia, en promedio 3 suicidios diarios en el mundo, fruto del acoso escolar?
Existe preocupación en la inversión en las instalaciones físicas de los colegios; pero no hay en muchos casos, una profunda preocupación ni real prevención de lo que se está generando en las emociones de los estudiantes, a fin de parar ese oculto sufrimiento de sentirse excluidos.
El mundo ha cambiado, pero la educación no, es la misma, memorista, basada en la inteligencia matemática y dejando de lado otras inteligencias; se castiga el error y premia el individualismo en los exámenes; cuando en el examen de la vida es justo lo contrario, de los errores se aprende y se obtiene experiencia, y el trabajo que trasciende es en equipo (suma de competencias) y no el individual. El mismo uso del “uniforme” induce a una educación de rebaño, de molde “si no cabes y no te adaptas renunciando a tu verdadero yo, eres expulsado”; y si a esto le sumamos la criminal “ideología de género” en menores de edad y la injerencia política en el pensum, realmente el tema se vuelve muy grave, no solamente para las familias, sino para la sociedad.
El Presidente Lasso debería botar al tacho de la basura el sistema educativo vigente, junto con las influencias “académicas” del socialismo del siglo XXI en escuelas y universidades; y considerar fundar un sistema moderno y acorde a esta era, en la cual se privilegie al ser, el trabajo en equipo, creatividad, solidaridad, sensibilidad social, ética, liderazgo, comunicación, emprendimiento, educación financiera, educación sin fronteras, etc.
¿Me pregunto, dónde queda la niñez, si las horas de clases y deberes son abrumadoras? Los niños sin calificaciones (etiquetas) serían más felices, entonces ¿por qué no pensar en un nuevo sistema que gradualmente sea sin calificaciones, pero sí en motivaciones y recompensas en función de los talentos y logros? La auto educación sin duda es de por vida, con mayor motivo si la información cambia con tanta rapidez. En esta nueva era, los títulos académicos ya no garantizan nada; lo realmente importante es el ser, la marca personal (consistencia y credibilidad), y el real valor de aporte a la sociedad.