La diplomacia directa muchas veces da resultados, se activa.
El lunes llegó al país el presidente de México, Enrique Peña Nieto. Hoy lo hace el mandatario hondureño, Juan Orlando Hernández. Ambas visitas tienen significados diversos en lo comercial y político.
México es una gran nación norteamericana, cuya influencia en los países centro y sudamericanos y en Estados Unidos es innegable. La alianza con Colombia, Chile y Perú es importante y a ella debiera apuntar el Ecuador.
En comercio exterior la balanza es desfavorable a nuestro país, pero la visita del presidente Peña Nieto abre puertas. Por prurito ideológico el Gobierno ecuatoriano es reacio a los tratados de libre comercio, pero las posibilidades de alcanzar acuerdos que superen los establecidos en 1993 se acercan cada vez más.
Hace varios años, una misión de la Cámara de Comercio de Quito buscó espacios. El inmenso mercado mexicano se podría abrir a flores, madera y textiles. Habría que lograr un mecanismo de arbitraje de divergencias. El ministro Francisco Rivadeneira tiene una ardua tarea antes de la visita a México del vicepresidente Jorge Glas. Por ahora México tiene inversiones en telefonía móvil, televisión por cable y una gigantesca industria de gaseosas y lácteos.
Sobre Honduras, la presencia del presidente Hernández puede abrir un nuevo ciclo, como lo dijo la canciller Mireya Agüero, tras los infortunados sucesos en torno a la caída de Manuel Zelaya y las posturas maximalistas en ese contexto.