Una de las secuelas de las marchas y protestas del paro convocado por el Frente Unitario de los Trabajadores y la Conaie fue la detención de Manuela Picq.
Más allá del casi centenar de presos y los manifestantes y policías heridos en unas demostraciones que terminaron en episodios de violencia y represión, el caso de la profesora universitaria, activista y periodista Manuela Picq adquirió ribetes emblemáticos.
Manuela Picq es pareja de Carlos Pérez Guartambel, presidente de la organización indígena Ecuarunari. Igual que su detención, la cancelación de su visa llamó la atención frente a la proclama que consta, por iniciativa del movimiento oficial, en la propia Constitución de Montecristi: la ciudadanía universal.
Tras varios días de desconcierto, pese a un fallo judicial que invalidó su detención, la activista se sintió en estado de indefensión y ante una atmósfera cargada por la confrontación decidió viajar a Brasil. Fue acompañada en el aeropuerto por el Cónsul de Brasil en nuestro país y despedida por Carlos Pérez, luego de un ritual simbólico indígena que incluyó una limpia, en el parque de El Arbolito.
Aquí quedó una estela de críticas que han trascendido fronteras y que han dejado en entredicho algunas de las proclamas discursivas del Régimen.
Mientras sigue el diálogo nacional que convoca el poder, y en la calle prosiguieron las marchas en distintos tonos, la reflexión demanda sensatez y apertura para procesar el momento complejo en lo económico, social y político.