En medio del drama que viven las familias del equipo periodístico de este Diario, la respuesta solidaria de la sociedad no se ha dejado esperar; más aún, se expande.
Distintos estamentos de la sociedad civil y el establecimiento institucional se han pronunciado con muestras de simpatía y aprecio, además de respeto, a las actividades periodísticas indispensables para la vigencia de una sociedad democrática y libre.
Frente a la multitudinaria respuesta, que solo merece gratitud de nuestra parte, han aparecido pequeñas voces -pequeñas por su número pero sobre todo por su actitud- que insinúan por redes sociales las más atrevidas teorías sobre el secuestro. En ellas se advierten protervas intenciones políticas.
Cuando la seguridad y la libertad de las personas están en juego, es irresponsable ensayar tesis aventuradas y sin sustento alguno. Los miembros del equipo plagiado y sus familiares merecen respeto ante la difícil situación.
El Gobierno, responsable por la seguridad de todos los ciudadanos en el territorio nacional, debe por su parte arbitrar las acciones para que pronto los periodistas secuestrados vuelvan a casa. El fin de semana fue fecundo en muestras públicas de afecto y exigencias de su inmediata liberación.
La construcción de un tejido social consistente y una acción institucional coordinada de la justicia y las fuerzas del orden son las exigencias de esta hora, para que los colaboradores de este Diario regresen lo más pronto posible.