Una de las tareas vitales para la supervivencia del estado de derecho y la convivencia civilizada es la seguridad.
Esta materia debe ser vista como un todo, en el cual es importante tener claras las complejas acciones que una sociedad organizada demanda en sus diferentes estratos.
El Ecuador atraviesa problemas de seguridad en varios niveles. Una primera arista es la seguridad ciudadana. La percepción de que las acciones delictivas en contra de las personas se ejecutan con mayor violencia genera incertidumbre.
El despojo de bienes en las calles y asaltos con armas de fuego a vehículos, cuyos datos dispone y entrega a la ciudadanía la propia Policía, ponen en perspectiva la exigencia de una reacción oficial coordinada.
En esa medida, la visita del Presidente y los ministros encargados de la seguridad a un sitio de Quito que puede ser considerado como un foco de comisión permanente de delitos, este miércoles, tiene el mensaje de la preocupación y la respuesta orgánica del Estado ante los hechos.
Es necesario, empero, que la ciudadanía conozca más detalles de dicho trabajo y se organice alrededor de esas iniciativas gubernamentales. El trazado de nuevos conceptos de seguridad y las acciones derivadas de ellos es una necesidad imperiosa.
Otro nivel puntual y distinto se refiere a los centros de rehabilitación y algunas muertes violentas. La declaratoria del estado de excepción no atenuó el mal y cabe que el poder político distinga y aclare los alcances y límites de tal medida.
En cuanto a la minería ilegal, la detección de personas con armas de grueso calibre no significa necesariamente que operen grupos armados irregulares. Es otro tema que demanda acciones especiales de control sistemáticas y coordinadas.
Se han visto, en otro orden, los efectos del narcotráfico que sigue buscando rutas. La detección de una avioneta esta semana y los datos de otras naves en este año ilustran la gravedad del asunto y la demanda de cooperación internacional.
La seguridad: un todo integral con distintas aristas, todas complejas.