En este 2025, 120 mujeres representantes de diversos colectivos y organizaciones feministas de Ecuador se reunieron para conmemorar los 30 años de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada Beijing, un evento histórico en la defensa global por los derechos.
En la Conferencia, 189 países se comprometieron a abordar las principales áreas de desigualdad que afectan a las mujeres, desde la violencia hasta la participación política y la toma de decisiones.
Pero, 30 años después, las mujeres ecuatorianas siguen enfrentando graves violaciones de sus derechos, siendo la violencia machista y los femicidios uno de los problemas más acuciantes.
Las cifras son alarmantes: entre el 1 de enero y el 15 de marzo de 2025, se registraron 82 casos de femicidios, según la Fundación Aldea.
“En Ecuador, entre enero y marzo de 2025, una mujer fue asesinada cada 21 horas“
Esos crímenes son la cúspide de la violencia y discriminación que afecta a las mujeres, las niñas y las adolescentes del país.
De los casos registrados por la organización, 12 corresponden a niñas o adolescentes.
A esas muertes se suma la falta de reparación para menores de edad que quedan huérfanos tras los femicidios en Ecuador. Muchos de ellos, expuestos a la pobreza, la trata y el reclutamiento forzado por parte del crimen organizado, que ha tomado las calles y las comunidades más vulnerables del país.
La respuesta del Movimiento Nacional de Mujeres y Feministas es firme. A través de un pliego de exigencias para los dos finalistas de la segunda vuelta electoral, Daniel Noboa y Luisa González, las integrantes dejaron claro que no basta con palabras y con usar las luchas de las mujeres como una palestra electoral.
La consigna es clara: “No hay democracia en un país donde matan a las niñas, adolescentes y a las mujeres”. Un Estado que permite esta violencia no puede llamarse democrático.
El compromiso de los candidatos con la igualdad de género debe ser tangible y real. Las mujeres exigen que ambos candidatos se comprometan a, de llegar a la Presidencia, implementar políticas públicas que fortalezcan las instituciones encargadas de la prevención y atención de la violencia, y que se garantice el acceso a la justicia para todas las víctimas.
Desde las organizaciones también se remarca la importancia de mantener el Ministerio de la Mujer, un organismo que, dicen, debe fortalecerse con políticas concretas y presupuestos adecuados para abordar los retos de las violencias.
El crimen organizado, la pobreza y la falta de acceso a la educación y la salud, especialmente para las niñas y adolescentes, son factores que profundizan la desigualdad y el riesgo de violencia.
La situación es aún más grave en los territorios donde las organizaciones delictivas tienen control, un contexto en el que las niñas, incluso, son víctimas de trata y explotación sexual. Son, además, intercambiadas y usadas como objetos para demostrar poder.
Otro elemento que identificaron es que los cuerpos de las mujeres se han convertido en botines entre bandas, para enviar mensajes aleccionadores y amenazas.
Las niñas, adolescente y mujeres adultas son blanco fácil, ya sean familiares o parejas del cabecilla o integrantes de un grupo de delincuencia organizada.
La Fiscalía General del Estado, en su portal web registra, entre el 1 de enero y 16 de marzo de 2025, 166 mujeres que perdieron la vida en contextos delictivos.
Solo 12, entre el 2 de enero y 15 de marzo, aparecen en la tipología de muertes de mujeres en contexto delictivo-femicidio.
Es necesario abordar de manera integral los problemas de seguridad, educación, salud y justicia, para garantizar que las niñas y mujeres ecuatorianas puedan vivir sin miedo, sin ser objeto de violencia y sin que sus vidas sean arrebatadas por el machismo y la delincuencia.
La exigencia es directa: que los candidatos presidenciales comprendan que la igualdad de género no es un tema opcional, sino un imperativo moral y político. Las mujeres no se conforman con ser incluidas en las estadísticas de derechos humanos, exigen ser protagonistas de una democracia verdadera, justa y equitativa.