Quito es la capital de la República. Por esta simple razón es la ciudad más importante del país. Es, además, el símbolo del centralismo, pues se ha visto beneficiada de los recursos por ser el centro político del país, el escenario donde se dirimen, además, los conflictos que repercutirán en el destino de la nación. Sin embargo, la ciudad tiene demasiados problemas que han hecho que sus habitantes vivan en un estado de desencantamiento y malestar notorio.
Hay un sencillo y buen argumento para que los capitalinos sientan esta desazón: han sido varias administraciones que han actuado con un solo tema central: el Metro. En este sistema, que se esperaba redujera los problemas de movilidad, se han gastado los recursos y esfuerzos de tres períodos. Sin embargo, recién se está en el proceso de definir qué empresa la operará.
Mientras, la ciudad anda desbordada en otros problemas. Las calles están llenas de baches. En la avenida Simón Bolívar, la más peligrosa, con siniestros de tránsito que cuestan vidas, no se han pintado aún las líneas que separan los carriles tras la repavimentación que comenzó antes de la pandemia. En zonas donde solo debe haber tres carriles, los conductores imponen cuatro.
Impresiona ver que en muchos puntos de toda la ciudad, las rejas de las alcantarillas han sido extraídas. Son un peligro para los transeúntes, las mascotas, los automóviles… Y si ninguno de estos riesgos son razones suficientes para su inmediata reposición, entonces que valga este argumento: será inmensamente mayor el gasto cuanto tengan que limpiar las alcantarillas y peor aún, si la ciudad se anegue porque están tapadas por hojas y basura.
Y lo más grave es que, según publicó este Diario ayer, el 94% de las construcciones no tiene un diseño sismorresistente, tanto por la informalidad como por la antigüedad de algunas edificaciones. Es una cifra demasiado alta para una ciudad en donde los movimientos telúricos son constantes e impredecibles.
Quito fue víctima de una crisis política. Han pasado casi siete meses de ello, sin embargo, la ciudad sigue caminando a la deriva, con problemas que afectan a la calidad de vida.