Quito: Cabildo en calma
El final del invierno trajo tormentas. No solamente el clima estaba alterado. Los humores políticos también llegaron al Concejo del Distrito Metropolitano de Quito.
El 23 de febrero, muchos partidos y movimientos sacudieron el tablero. La hegemonía de Alianza País en todos los espacios de elección popular durante siete años, se vio fragmentada.
En Quito, como en nueve de las ciudades más pobladas de todo el Ecuador, ganó un candidato de otra tendencia.
En Quito, a pesar del contundente triunfo de Mauricio Rodas sobre el postulante oficial, Augusto Barrera, sus votos se repartieron entre diferentes listas y por fuerza del método D’Hont, la bancada de AP se hizo del mayor número de curules en el Concejo. Esa relación planteó problemas desde el inicio.
Luego, el amargo episodio del voto de Antonio Ricaurte, quien llegó a ganar bajo la lista de la alianza SUMA-Vive, puso un momento de tensión agregada en mayor medida por la rueda de prensa del exencargado de la Alcaldía escoltado por los concejales gobiernistas. Tras la reunión de la Comisión de Mesa volvieron los acuerdos, pero quedó una fisura que se debe superar. En esa semana llegaron también consensos y las cosas se pusieron en orden, al menos por ahora.
Quito merece acuerdos, trabajo conjunto de las fuerzas políticas aunque tengan visiones encontradas. En caso contrario, la factura de una gestión entorpecida la pagarán, en primer lugar, todos los ciudadanos, luego sus responsables más visibles y, por rebote, claro, el Gobierno.