El país asistiría a una precampaña muy especial por el distanciamiento y la amenaza que significa el covid-19.
En realidad se trata de la modalidad de elecciones primarias que la norma y la práctica democrática aconseja para movimientos y partidos.
Ensayos verdaderos de elecciones primarias se realizaron en el país hace décadas con al menos dos partidos otrora influyentes: Izquierda Democrática y Democracia Popular.
Luego la modalidad de elecciones primarias con urnas fue ensayada por Alianza País para alcaldes y prefectos en la década pasada. Los otros experimentos no han sido del todo ortodoxos en esa y otras tiendas.
Ha habido desde supuestas unanimidades con coliseo repleto y manos alzadas, hasta citas dirigenciales.
Las consultas abiertas (como las primarias obligatorias en Argentina) donde pueden votar los ciudadanos, en general son complejas. Otra modalidad es la votación solo de los afiliados. Por último, la dirigencia que se presume es representativa.
Pero en esta ocasión el proselitismo para convencer a los votantes internos no será tarea fácil, en atención a una pandemia que no amaina. Así, debates presenciales, concentraciones de militantes, y peor manifestaciones serán imposibles.
Esta campaña primaria – y acaso en buena parte la presidencial y la legislativa en sí misma- será básicamente virtual. Así, cobrarán vigor las redes sociales y los medios.
Mensajes, jingles, lemas, acaso, serán más potentes para canalizar adhesiones a los discursos, en una sociedad que desecha parlamentos largos, explicaciones extensas.
Una desventaja evidente es la participación de los trolls, para el descrédito de los contendientes a través de las ‘fake news’, una modalidad que las campañas sucias adoptan cada vez con mayor entusiasmo y, lamentablemente, buenos resultados.
La propia elección primaria en estas condiciones será un ejercicio nuevo, y acaso un tubo de ensayo de las campañas en el futuro, en un país que va de modo acelerado hacia lo virtual. Ojalá que no solo las formas sino los contenidos sean novedosos.