Una cumbre de potencias. Su liderazgo es quizás más influyente que aquel que dominó durante la Guerra Fría. Su capacidad de penetración llega a todos los resquicios del orbe.
Xi Jingping y Barack Obama, el líder chino y el presidente de EE.UU., se dieron cita por primera vez en California. El estadounidense ya afronta su segundo período presidencial. El dirigente del Partido Comunista (PC) de la República Popular China es nuevo en el cargo. Fue designado a finales del año pasado y en el primer trimestre de este 2013 asumió el poder. La ortodoxia de la elección supuso un cónclave del PC chino, cuyo espectro sigue dominando el ente legislativo en la gran nación asiática, donde el Mandatario es escogido entre la alta nomenclatura del Partido, sin opciones fuera del poder concentrado.
EE.UU. tiene plena conciencia del potencial económico de China. Lo comprobó en el crack inmobiliario. Solo el intercambio comercial con China sostuvo la economía norteamericana. Son dos potencias que se necesitan.
China, que mantiene un férreo sistema político, se ha abierto al mundo de la economía y de los negocios, atrae inversiones y mira con parámetros técnicos las amenazas de una crisis crediticia que podría sobrevenir, según un análisis de Wall Street Journal, si no se actúa con cautela.
China y EE.UU., dos potencias que se miran, se respetan y se saben complementarias.