El paso adelante de un alto al fuego entre la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano nos ubica en una perspectiva distinta.La puesta en vigor del alto al fuego y el futuro acuerdo de paz pondrán fin a una sangrienta lucha que ha costado a la hermana república de Colombia más de 200 000 muertos, lágrimas y mucho dolor. El Ecuador hace sus propias reflexiones.
La guerra expulsó hacia el Ecuador a miles de refugiados, con un impacto social. La economía de algunos ecuatorianos, conscientemente o no, se ha ligado a requerimientos de alimentos, ropa y otros insumos para las actividades de la guerrilla. La incursión de las FARC en actividades de narcotráfico también tuvo efectos en nuestro país.
La entrega de armas llevará a miles de colombianos a una vida fuera de la clandestinidad. Algunos participarán en la política de su país. Pero otros que no conocen sino la escuela de la violencia pueden integrarse a otros grupos guerrilleros o a algunas bandas criminales que operan cerca de la frontera.
El Ecuador debe hacer un plan operativo de vigilancia en la frontera norte, una tarea de inteligencia combinada con la información que Colombia pueda entregar, una atenta labor para evitar que se incrementen las actividades de narcotráfico en nuestro territorio y la penetración de nuevos grupos.
Uno de los requisitos indispensables es una relación sincera y eficaz del poder político con la fuerza armada, evitando tensiones y diferencias.