La guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) decidió ir al pulso y retar al Gobierno y a la fuerza pública.
Un soldado murió en el enfrentamiento entre una patrulla militar y los guerrilleros en el norte de Santander. Explosiones, un bus incendiado y autos pintarrajeados con consignas -como ocurrió la víspera del paro en varias ciudades- se sucedieron en distintos puntos.
La aleve posición del grupo alzado en armas no es aceptable. Colombia merece la paz y hace esfuerzos ingentes por ganarla, con muchos sacrificios, demasiados.
Los diálogos para lograr un acuerdo con ELN fueron fallidos y no hay ni plan de desarme ni desmovilización, ni nada que se le parezca.
El ELN es un grupo armado subversivo que ha acudido desde hace años al secuestro, y atentando contra la paz de modo sistemático.
Además, los guerrilleros operan en varias zonas críticas, como por ejemplo en las fronteras de Colombia con Venezuela y Ecuador.
Datos oficiales dan cuenta de que varios de los laboratorios de procesamiento de la droga que sale con destino a varios países están en sus manos. Otra actividad contra la ley. La postura de ELN se suma a una serie de complicaciones que atentan contra la paz en Colombia.
Hace un tiempo disidentes de las FARC, que se habían acogido a un acuerdo de paz, se replegaron de nuevo a la montaña, poniendo en vilo la paz pública una vez más.
Hay violencias cruzadas de grupos armados paramilitares y ex guerrilleros que se unen para delinquir.
Luego del acuerdo de paz por el cual las FARC entregó las armas, los asesinatos a líderes comunitarios que hacían trabajo social continuaron. Zonas rurales, veredas y pequeños poblados no se libraron de este azote y la gente vive con temor.
El terrorismo, distintas vertientes guerrilleras y operaciones de narcotraficantes y paramilitares han asediado Colombia desde hace 70 años.
Este paro armado y su amenaza es un nuevo factor de debilidad del Gobierno, las instituciones y las fuerzas del orden. ¡Ya basta!