Con los estragos de la pandemia a cuestas, se espera el retorno a clases de 1 800 000 estudiantes de la Sierra y el Oriente. Hay una serie de dificultades que debieran resolverse pronto.
En este ciclo escolar 2020-2021 hay pocas certezas. Las clases empiezan con limitaciones y sin definiciones, debido en buena parte a los efectos impredecibles de la pandemia.
Uno de los escollos son los aprietos económicos: los padres de familia que no pueden cubrir los costos de la educación privada o no han logrado acuerdos, deciden cambiar a sus hijos a establecimientos menos costosos. U optan por el sistema fiscal, que de por sí sufre presiones y falencias y marca hoy una brecha más amplia con el sistema privado.
Otra dificultad es la falta de conectividad adecuada, tanto para un buen número de alumnos como para sus maestros. En la mayoría de hogares, cuando hay ordenadores, los comparten varios estudiantes y adultos que hacen trabajo en casa. Este es un aspecto que dificulta y hasta impide la utilización de modo simultáneo.
Otro asunto clave es el alto costo de los equipos y dispositivos, así como la propia conectividad, insuficiente y en muchos casos inaccesible. Es un problema que también afecta a los prestadores del servicio educativo.
Las desigualdades entre el campo y la ciudad son notorias, y no solo en cuanto a la conexión digital. Incluso a conexión eléctrica suele ser precaria y con altas y bajas de voltaje.
Los profesores fiscales, con el Ministerio a la cabeza, tienen el reto de enfrentar esos problemas adaptándose a esa realidad y utilizando otro tipo de materiales disponibles.
Pero los propios profesores empiezan el año con sus nóminas atrasadas, un aspecto que deteriora el ambiente laboral y que mina la vocación.
Adicionalmente, algunos padres que se dedican a tareas que no pueden hacerse por teletrabajo, deben optar por perder su empleo para acompañar a sus hijos en el estudio.
Una modalidad que empieza a ponerse en práctica es el estudio en casa, aunque cabe reconocer que la guía de los colegios tiene que ser atildada y el acompañamiento de los padres, muy diestro.
Por eso, a este inicio de clases podemos llamarlo de todas formas menos como aquel que se esperaba como parte de la nueva normalidad.