Matar al mensajero. Un viejo método con el que el poder intenta ‘resolver’ de modo simplista el delicado tema de las muertes violentas y el crimen. Ocultar la información no supera el problema, solo hace más difícil su solución.
Una reciente sanción al diario El Nacional de Caracas alude a una foto de primera página. La gráfica ciertamente era cruda, horrenda, puesto que mostraba una morgue repleta de cadáveres como resultado de asesinatos y accidentes de tránsito, que reflejan lo que pasa en una sociedad donde las estadísticas dicen que hay 56 homicidios por cada 100 000 habitantes. La polémica foto criticada en el 2010 por el presidente Hugo Chávez llevó a un proceso a El Nacional ante un Tribunal de Niños y Adolescentes, que lo condenó a pagar el 1% de su facturación en el 2009.
Los regímenes autoritarios intentan desviar la atención de lo de fondo. La realidad es que la inequidad y la descomposición social generan inseguridad, lo que hace estallar de modo exponencial las tasas de asaltos y la violencia.
El problema no se soluciona callando a los medios más allá de algunas fuertes o hasta inconvenientes imágenes. La violencia y la inseguridad no son cosa de ‘percepciones’ como intentó imaginar un exministro de este Régimen.
El ocultamiento de la inseguridad y los crímenes violentos no superan el problema, solo evade las responsabilidades de las funciones públicas.