En varias de las piezas de propaganda del anterior Gobierno, Yachay era sinónimo de Ciudad del Conocimiento y modelo educativo ejemplar de la revolución.
La ficción se desvanece como castillo de naipes. Antes fueron las notorias inconsistencias del esquema educativo y ahora las fallas en el diseño y la construcción de edificaciones que, además, todavía están inconclusas.
Vale la pena recordar que para el proyecto se expropiaron 4 000 hectáreas de tierras productivas.
Se contrató autoridades con sueldos internacionales que apenas venían al país. Había 1 000 alumnos, 746 empleados, nueve gerentes y decenas de asesores, abogados y comunicadores.
Las fallas de diseño y construcción las detectó ya el anterior Gobierno.
Los edificios de transferencia tecnológica de 6 pisos están concluidos en un 97.35% el primero y en 93% el segundo. El auditorio ha avanzado en un 43%. La administración y gestión en un 42% y los laboratorios en apenas el 25%.
La auditoría reveló que se debe reparar la obra, porque presentó problemas constructivos; esos arreglos cuestan USD 48 millones. Como si todo esto fuera poco, el campus no tiene vías habilitadas ni servicios básicos.
La situación de Yachay replica el estado de cosas en varias obras públicas, muchas de ellas presentadas como de relumbrón, construidas para generar la imagen de un país en marcha y transformación y que a la hora de la hora muestran un ofensivo derroche.