La inquietante crisis que sobrevino por la denuncia contra la vicepresidenta María Alejandra Vicuña, y su posterior renuncia, parece superada, al menos en la instancia política.
La designación, con 94 votos, del economista y radiodifusor guayaquileño Otto Sonnenholzener como Vicepresidente, y su juramento solemne, fueron el antecedente de un discurso conciliador, de mano tendida. Prometió velar por el futuro del país y mostró apertura tanto a quienes votaron por él como a quienes no le favorecieron con su voto.
El país está a la espera de las funciones que el presidente Lenín Moreno, hoy de gira en China, le encomiende, lo mismo si se trata de temas políticos, económicos, sociales o de otro orden o, incluso, si decide que sus labores sean solo administrativas.
El Vicepresidente, en una entrevista a EL COMERCIO publicada ayer, fue claro al decir que, en caso de tener que reemplazar de modo definitivo a Lenín Moreno para lo que reste de su período, se siente capacitado para hacerlo.
Enfatizó, empero, que la salud del Presidente es buena y pidió que se descarte cualquier especulación sobre la materia.
Para su designación, Sonnenholzener contó con el apoyo de varios sectores, pese a que su nombre se escuchó inicialmente solo como el de quien encabezaba la terna y muchos lo consideraron desconocido, especialmente en círculos quiteños.
Su formación de economista graduado en Alemania y su trayectoria como entrevistador de un programa de opinión en Radio Tropicana lo acercaron a personajes de la política nacional y local; como dirigente gremial de la Asociación Ecuatoriana de radiodifusión (AER), núcleo del Guayas, conoció a Moreno cuando éste era vicepresidente.
Luego del bochornoso episodio de tener a un Vicepresidente en la cárcel condenado por asociación ilícita y en etapa de investigación a su sucesora, el papel de Sonnenholzener será dotar a la Vicepresidencia de independencia política partidista, que fue muy perniciosa. El país espera de él también dé un ejemplo de transparencia indispensable.