La sociedad contemporánea depende cada vez más de una corriente que llama a sospecha y tiene como telón de fondo la propaganda y la perversión de la invención de sucesos mostrados como hechos ciertos.
Algunas investigaciones sostienen que el 86% de la gente se queda con la primera versión que les llega sin cuestionar su credibilidad. Es el terreno propicio para las conocidas ‘fake news’, o noticias faltas.
El factor ingenuidad y la inundación de todo tipo de mensajes conspiran contra la verdad. Las redes sociales y el uso perverso de la propaganda son instrumento de guerra política.
La zozobra y hasta el terror pretenden paralizar a la sociedad. El arma fue utilizada en su versión más brutal por el grupo terrorista auto titulado Estado Islámico, cuyo cabecilla murió este domingo en Siria en una operación militar. Ellos transmitieron en vivo y a sangre fría decapitaciones de sus rehenes. El objetivo: el terror.
De unos años a esta parte las campañas presidenciales y la política utilizan las redes y conectividad para difundir sus mensajes, instalarlos, dejarlos como única ‘verdad’ y beneficiarse de las corrientes de opinión. Así, los grupos sociales y los comerciantes de bienes de consumo masivo acuden a los mismos métodos.
En procesos de tensión social como los acaecidos en Ecuador, Chile y hasta Cataluña, las redes han jugado un papel. Movilizar sin reflexión sino como apelación emocional. Y da resultados. Pero la sociedad debe hacer un esfuerzo, los estudiantes deben pensar y estudiar antes que tuitear, los comunicadores, profundizar la investigación, evitar mensajes de alarma sin sustento.
Los ciudadanos cuando dudan de los mensajes acuden a los medios donde confirman o desmienten lo visto en redes. La confiablidad es una reserva moral de la sociedad labrada con ética y profesionalismo. La credibilidad es el último bastión que sostiene al periodismo, que deja a la vera del camino al rumor y la propaganda, por más que se vista de un ropaje tecnológico atractivo y cautivante. Es el reto de los medios serios y de una sociedad bien informada.