La Navidad 2020 será recordada por mucho tiempo como un festejo diferente, con rasgos profundos y espacio para la creatividad y solidaridad.
La humana condición da razones suficientemente poderosas para ser cautos y prudentes en la celebración, y sin duda afecta esta festividad cristiana y humana sobre la costumbre que se acentuó, de un inmenso crecimiento de los regalos, las fiestas empresariales y cenas de amistades.
Esta vez, como pocas en los años recientes, la fiesta se circunscribirá a una celebración familiar, en la mayoría de los casos de forma más austera que la acostumbrada.
Esa austeridad llega por varios factores confluyentes. Muchas personas han perdido familiares, han conocido el drama de amigos y compañeros de trabajo y han visto devastadas las economías de las personas contagiadas. Otro factor que se suma es que muchos ecuatorianos perdieron sus fuentes habituales de trabajo y muchos más recibieron un férreo recorte salarial. Hay poco espacio para los regalos abundantes y para los ágapes costosos.
El impacto en las ventas proyectadas habitualmente en épocas navideñas también daña las inversiones y proyecciones comerciales y el trabajo temporal que normalmente prolifera en estas épocas. Todo obliga a una Navidad más austera.
Con las ciudades decoradas con luces y alegorías a la fiesta, la masiva concurrencia de la gente a la calle se ha disminuido, salvo en los alrededores de ciertos lugares de comercio masivo donde la baja de transacciones y el monto del gasto personal también ha mermado.Las cenas en restaurantes también se han adaptado a las condiciones reinantes. En general, las celebraciones serán más acotadas y caseras.
Pero hay aspectos que iluminan los espíritus y es la actitud solidaria con ancianos, niños y personas que padecen enfermedades terminales.La mano y el corazón sensible han aflorado y en esta fiesta donde el derroche ha tenido cortapisas, los sentimientos humanos y de hondo contenido solidario se han multiplicado. Será el mejor regalo de esta Navidad.