Mirar al volcán
Ecuador es tierra de volcanes. El Guagua Pichincha ha experimentado tremores que el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional monitorea de modo permanente.
La experiencia de los vulcanólogos ecuatorianos ha sido puesta a prueba todos estos años. La constante actividad del volcán Tungurahua, las señales permanentes del Sangay, los episodios del Reventador y la siempre acechante condición del Cotopaxi son motivo de estudio sin descanso. El Pichincha tiene la particularidad de la presencia, en sus faldas, de una ciudad del tamaño y la cercanía de Quito. Hace más de una década el Guagua sorprendió con un hongo gigantesco y sucesivas lluvias de cenizas.
La experiencia de las autoridades de la época y el asesoramiento científico de expertos evitaron reacciones desproporcionadas de la población. Es por eso que ante los tremores, esta vez más constantes, es buena idea volver a hacer pedagogía en el país. Cabe un sinnúmero de acciones preventivas ante posibles tragedias como las que ocasionan terremotos, inundaciones y erupciones.
Para el caso del Pichincha, es importante confiar en las autoridades y pedir un manejo cauteloso ante situaciones eventualmente difíciles.
Cabe la oportunidad para insistir en las medidas permanentes de precaución, la mejora de las construcciones y los protocolos de emergencia bien aprendidos. Todos estos años de experiencias deben crear conciencia sobre los recaudos a tomar en caso de imprevistos naturales.