El país impulsa grandes obras de infraestructura que en pocos años ayudarán de manera considerable a incrementar la generación de energía mediante los proyectos hidroeléctricos. Pero esa apuesta por el desarrollo, postergada durante años, no justifica en modo alguno que las empresas responsables de las obras no cumplan con todas las exigencias de calidad de vida y condiciones óptimas para los trabajadores. Ya este Diario puso en escena, en enero, el caso del gigantesco proyecto Coca- Codo Sinclair. Allí se detectaron preocupantes condiciones de sus trabajadores. La obra corre a cargo de la empresa Sinohidro, de capital del Estado chino. Ahora se presentan problemas similares en otro proyecto significativo: El Toachi – Pilatón. Esta vez la empresa constructora es la CWE (China International Water & Electric Corp.). Esta firma recibió, sin licitación, el encargo de la construcción de una central que proporcionará 240 megavatios. La contraparte nacional es Hidrotoapi, que ha receptado las denuncias y ha pedido correctivos.
La reportería registra que ex trabajadores se quejan de las pésimas condiciones: hacinamiento en las habitaciones, baños precarios, insuficiente ropa de trabajo sin conceptos de seguridad, carencias en los servicios médicos, etc.
Hay un testimonio sobre la excavación de un túnel donde una cuadrilla laboró 30 horas sin descanso, algo inaudito. Es menester que esas preocupaciones estén en la mira del Ministerio de Relaciones Laborales, es su obligación.
Es inaceptable que los 880 trabajadores (630 ecuatorianos y 250 chinos) laboren en condiciones inhumanas. No se puede justificar bajo ningún concepto aquello de que ese tipo de trato laboral es un asunto ‘cultural’, según escribió un ejecutivo chino.