Al fin llegó el día en que el país recuerda los 200 años de la emancipación definitiva del imperio español, que fue cruel y devastadora para las poblaciones que habitaban este territorio. Un imperio que también dejó improntas, que perduraron y aún perduran en nuestra sociedad como grandes males, como el racismo, el elitismo, que desdice en mucho de lo que debiera ser una democracia.
Fue un proceso, como se ha reconocido durante tantos años, que solo permitió el cambio de élites: del español nacido en España a los criollos, quienes eran, a fin de cuentas, hijos o descendientes de españoles. Por esta razón, muchos han discutido si merece la independencia del siglo XIX el término de revolución. Y se lo han negado porque no modificó las estructuras económicas, sociales ni políticas en estas tierras.
En cambio, sí comenzó un ideal: el de ser una república, primero como parte de la Gran Colombia y luego, como Ecuador, desde 1830. Y hubo desde sus inicios dificultades, tal como ocurrió en el resto de países latinoamericanos, en donde se desataron cruentas guerras internas en la disputa por el poder político y económico hasta la consolidación republicana.
Varias son las vicisitudes que tuvo el país desde entonces. Se quebró el sueño de Simón Bolívar de ser un país grande que pueda enfrentar el futuro geopolítico que el visionario venezolano tuvo. El Mariscal Antonio José de Sucre, también nacido en Venezuela, fue la figura preponderante en la liberación de lo que más tarde se llamó Ecuador, y que fue asesinado como parte de estos conflictos de los países nacientes.
Bien vale releer su biografía, sus ideales, su pasión por servir a causas superiores. Pero estos dos héroes, como todos los demás que terminaron con la hegemonía española, fueron también humanos, con sus debilidades y sus intereses. No son incuestionables, todo lo contrario, pero se debe aprender de sus valores humanos: ofrendaron todo: sus vidas y patrimonio por un ideal, algo muy alejado de los que ahora son líderes, enfangados en sus pequeños y mezquinos intereses que afectan a todo un país.