La última polémica en torno a la transmisión del partido Liga de Quito vs. Barcelona SC, el 18 de junio de 2025, es una muestra de la desconexión entre la dirigencia del fútbol ecuatoriano y los hinchas que, semana a semana, sostienen a un producto cada vez más debilitado.
El anuncio sorpresivo de cobros adicionales, horas antes del encuentro más esperado de la fecha, generó una ola de indignación en redes sociales que obligó a los directivos de la Liga Pro y de la empresa que transmite los partidos a retractarse, un día después del anuncio. No es para menos porque el aficionado se sintió irrespetado.
La reacción airada de los usuarios no solo fue comprensible, sino necesaria. Muchos hinchas ya habían contratado el servicio bajo unas condiciones que fueron modificadas a última hora, sin explicación clara y en vísperas de un partido de alta expectativa.
Fue un cambio inconsulto que además contrastó con lo que ocurre en el Mundial de Clubes, donde todos los partidos son transmitidos de forma gratuita en plataformas digitales. Los aficionados se quejaron de una falta de claridad y respeto hacia el consumidor.
La respuesta de la dirigencia de la Liga Pro llegó tarde. Sí, reconoció el error, pero lo hizo solo después de la presión social masiva.
Eso sí, muchos aficionados que ya tenían contratado el servicio no pudieron ver el tan esperado partido entre Liga de Quito y Barcelona.
No es la primera vez que ocurre algo así . En años pasados también se han vivido episodios caóticos por los derechos de transmisión de los partidos de fútbol.
Lo cierto es que si la Liga Pro realmente quiere combatir la piratería —un argumento que constantemente usa para defender sus modelos de negocio— debe empezar por ofrecer un producto transparente, estable, accesible y atractivo.
Los cobros inesperados solo alejan a los aficionados y profundizan la desconfianza. La lealtad de los hinchas no es infinita, y ya han demostrado que saben exigir respeto.
El fútbol, como espectáculo, se sostiene en su público. Sin él, no hay pasión ni mercado posible. La dirigencia haría bien en recordarlo antes de la próxima decisión que tome. Porque lo que está en juego no es solo una suscripción. Está en juego la credibilidad del campeonato ecuatoriano de fútbol y sus equipos.
Es fundamental reconocer que el fútbol se sostiene gracias a la pasión incondicional de los hinchas. Más allá del color de la camiseta, del tamaño del club o de la categoría en la que compite, esa entrega emocional es el verdadero motor del deporte. Ignorarlo es perder de vista el alma misma del fútbol.